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La escalada en los precios de la vivienda no solo acentúa la desigualdad entre generaciones, beneficiando a los baby boomers frente a los millennials, sino que también revela una brecha cada vez más marcada dentro de la propia generación millennial. Aquellos que han logrado acceder a la propiedad de una vivienda acumulan más riqueza, mientras que quienes permanecen en el mercado de alquiler se ven atrapados en una espiral de altos costos que limita su capacidad de ahorro y los aleja del sueño de ser propietarios.
La desigualdad por edad en la acumulación de riqueza
El acceso a la vivienda se ha desplomado entre los menores de 45 años. Mientras que a principios del siglo XXI, un 70 % de los jóvenes eran propietarios de sus hogares, esta cifra ha caído al 32 % en 2022. La consecuencia directa es una disminución drástica en su participación en la riqueza total: en 2002, los menores de 45 años concentraban el 26 % del patrimonio; dos décadas después, solo retienen un 13 %. Por otro lado, los mayores de 45 años han mantenido consistentemente una tasa de propiedad superior al 80 %, consolidando su ventaja económica frente a las generaciones más jóvenes.
La brecha generacional no solo persiste, sino que se amplía. Los propietarios, beneficiados por el aumento del valor del metro cuadrado, ven incrementadas sus rentas de manera pasiva, mientras los jóvenes en alquiler enfrentan dificultades crecientes para ahorrar y acceder a una vivienda propia.
La “trampa del alquiler” y su impacto en los millennials
Uno de los factores clave de esta desigualdad es el fenómeno conocido como la “trampa del alquiler”. Según el informe Demografía, vivienda y brechas de riqueza, el incremento de los precios de alquiler en las principales ciudades españolas supera la cuota media de una hipoteca, afectando directamente la capacidad de ahorro de los jóvenes. Este círculo vicioso perpetúa la dependencia del alquiler y dificulta aún más el acceso a la compra de una vivienda.
Además, la brecha no solo se limita a la comparación entre generaciones. Dentro de la misma generación millennial, los más acomodados han logrado acumular riqueza a través de la propiedad, mientras que el resto se enfrenta a un panorama de desigualdad creciente. En 2020, el 10 % más rico de los hogares menores de 45 años concentraba más de la mitad de la riqueza de su grupo, evidenciando una disparidad mayor que la registrada entre los baby boomers en su momento.
Herencias y transmisión patrimonial: una esperanza desigual
Las herencias se perfilan como una posible solución para reducir la brecha generacional, pero también presentan desafíos en términos de equidad. La generación millennial podría recibir transferencias patrimoniales mayores en las próximas décadas, debido al aumento del valor de los activos y la menor cantidad de herederos. Sin embargo, estas transmisiones están altamente concentradas en las rentas más altas, lo que refuerza la desigualdad intrageneracional.
Para colectivos vulnerables como migrantes, jóvenes de la España vaciada y quienes carecen de apoyo familiar, las herencias no ofrecen un alivio significativo. En cambio, su situación se ve agravada por un mercado inmobiliario excluyente y una falta de políticas públicas efectivas para garantizar el acceso equitativo a la vivienda.
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