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La sombra del populismo "trumpiano" también ha cubierto Argentina. En una situación económica y social tremendamente compleja, donde la inflación está asfixiando las economías domésticas, la inseguridad social es endémica y la corrupción política empieza a dejar de ser un secreto a voces, surge una nueva figura que representa el "cambio", la "libertad" y la "bonanza económica": Javier Milei.
Hace escasos días se celebraron elecciones primarias en Argentina, a la espera de la segunda vuelta en la que elegirán a su próximo presidente, el 22 de octubre. En esta primera ronda, más de uno se llevó importantes sorpresas, pero la principal fueron los resultados de Javier Milei, el huracán político que ha trasladado el mismo discurso radical, ultraliberal y ultraconservador de otros ya conocidos como Trump, Bolsonaro o Abascal aquí en España.
Javier Milei, la figura del populismo que se asienta en Argentina
Con 52 años, Javier Milei ha conseguido los mejores resultados que cabrían esperar para un partido que acaba de nacer en política: La Libertad Avanza. Con un 30 % de los votos obtenidos en las votaciones primarias en Argentina, se convierte en el principal candidato para ocupar La Casa Rosa. Pero, ¿Quién es exactamente y cuál ha sido el discurso que le ha llevado a obtener tan excelentes resultados?
Como todo discurso populista extremo, a los que cada vez estamos más acostumbrados, asienta todo su argumentario en las necesidades económicas reales del país. Unas necesidades que van desde un paro elevado enquistado, pocas posibilidades de crecimiento para los jóvenes y una inflación que ha devaluado con intensidad el peso argentino. Al igual que Trump, hace uso de su carrera como empresario y economista para asegurar que tiene la solución para el país.
Su principales, y más controvertidas propuestas para restaurar la economía argentina, pasan por dolarizar el país, eliminando el peso argentino, una idea que pretende copiar a su vecino Ecuador, aunque esto será mucho más complicado de llevar a la práctica en Argentina. Por otro lado, pretende acabar con el Banco Central del país, algo que otros tantos economistas han criticado, y por último, reducir el gasto público cerrando ministerios como el de igualdad, o fusionando otros.
La guerra cultural que nadie quiere librar
Por supuesto, como todo buen candidato populista, las ideas radicales de Javier Milei, para darle un giro de 180º a la economía del país, vienen sazonadas de esa batalla cultural que dicen se está librando, y donde lo único que se busca conseguir es el de rescatar y preservar los valores del ataque del "zurderío", como dejó claro en un mitin organizado por Vox en España en octubre el año pasado, Viva22, al que también acudieron otros representantes de este movimiento como Meloni, Órban o el mismísimo Trump.
Por eso no es de extrañar que, tras ganar las elecciones, Javier Milei recibiese una felicitación a través de las redes sociales de Vox por su victoria. Pero, ¿Cuál es esta batalla cultural de la que hablan? Bueno, quizá ya es por todos conocida, ya que se ha instalado en el Congreso, los círculos de debate político, en los medios de comunicación y por supuesto en las redes sociales.
A pesar de han pasado más de 30 años desde que se dio fin oficialmente a la Guerra Fría, esta no parece habernos dejado del todo, al menos hay quienes no la superan. Volviendo a terminologías como "comunismo" frente a "libertad" o "capitalismo", volvemos a aquellos años de guerra cultural. Sin embargo, en ella han entrado en juego temas tan delicados como la igualdad de género, la educación, la sanidad, el ecologismo y la igualdad social.
Negacionista, misógino y defensor del libre mercado
Aunque parezca que definamos a Donal Trump o a Santiago Abascal, seguimos hablando de Javier Milei. Por su puesto, su perfil se completa con la defensa de ideas para radicalizar el mercado, el mismo se definió como "anarquista" del mercado. También ha recibido acusaciones de misoginia y se muestra totalmente en contra del aborto, incluso en casos de violación. Y por su puesto, el cambio climático es un invento de la izquierda.
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