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El pasado domingo se vivieron una de las imágenes más impactantes de la democracia brasileña. Miles de personas marchaban, aparentemente de forma pacífica, hacia la sede del Congreso Nacional, el Palacio Presidencial y la Corte Suprema. Tres edificios que representan a los tres principales órganos de gobierno del país sudamericano, que además se encuentran en el mismo espacio. Sin embargo, esta marcha acabó convirtiéndose en un auténtico asalto a las instituciones y a la democracia, muy parecido a un golpe de estado.
A pesar de lo increíble de estas imágenes, nos resultan a una situación muy similar a la vivida por estas mismas fechas en 2021, cuando Joe Biden, actual presidente de los Estados Unidos, toma su cargo en el poder con el rechazo de su principal oponente Donal Trump. Una muchedumbre de personas asaltaron el Capitolio de una de las democracias más consolidadas del mundo. A día de hoy las investigaciones continúan y se sigue debatiendo sobre si en efecto, se trató de un intento de golpe de estado.
Acciones que podrían redefinir el golpe de estado
En las ciencias sociales resulta altamente complicado realizar definiciones exactas y cerradas de algunos conceptos, ya que la naturaleza de los mismo se ve intensamente impactado por múltiples factores que, en muchos casos, además son impredecibles. Con respecto al golpe de estado, la Real Academia Española (RAE) recoge la siguiente definición, a la que podríamos asirnos para comprender estos momentos convulsos de la política brasilera:
"Actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes".
Tanto el asalto al Capitolio como el realizado el pasado domingo a las instituciones brasileras, podría llegar a encajar dentro de esta definición de golpe de estado de buenas a primeras, ya que se trata de una acción violenta y rápida, llevada a cabo por opositores reconocidos del gobierno electo. Pero, existen algunos matices. El primero y más importante, es que este grupo de personas no muestra una clara intención de hacerse con el poder, de hecho, muchos fueron arrestados y el gobierno electo continua con su trabajo.
Esto se debe principalmente, a que esta gran ola humana, reivindica el poder para su 'líder', un líder que en ambos casos se ha escondido en las sombras y que ha negado cualquier implicación con lo ocurrido. Así pasó con Donald Trump y ahora con Jair Bolsonaro, principal oponente del actual presidente de Brasil Lula da Silva. Algo similar ocurrió en Bolivia tras la pérdida de las elecciones del partido de Evo Morales, proceso en el que también se llegó a hablar de un golpe de estado.
¿Nueva tendencia en el populismo moderno?
Podemos encontrar varias similitudes más en lo ocurrido en EE.UU. y Brasil, e incluso en Bolivia, pero sin lugar a dudas, lo que más llama la atención, es que todos estos movimientos populares que asaltan las instituciones, lo hacen movidos por partidos a los que se han definido como 'populistas'. Es posible que esta forma de actuación, muy similar a un golpe de estado, sea una nueva herramienta de estos partidos para generar división social y como base de campaña electoral futura.
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