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Cada vez hay más pruebas de que efectivamente nuestra salud mental y emocional tiene un potente impacto en nuestra salud física. Así lo demuestran enfermedades como el asma emocional, una patología respiratoria que surge, o empeora, cuando existen trastornos psicológicos de fondo. La depresión, la ansiedad y otros trastornos relacionados con una mala gestión emocional y del trauma, pueden desencadenar la aparición de esta enfermedad respiratoria.
Así lo explican dos especialistas del área, como son la doctora en Psicología y profesora de la Universidad Complutense de Madrid Vanesa Fernández, y el coordinar del área de Asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el doctor José Gregorio Soto, en una entrevista para EFESalud. En la entrevista a ambos profesionales, se busca hallar la estrecha relación que deriva en el asma emocional.
El asma emocional, una enfermedad real
Hoy en día todavía existen profesionales de la salud que niegan la relación de la salud mental y la física. Sin embargo, los estudios modernos avalan lo contrario. Las diferentes investigaciones apuntan a una interrelación de diversos factores entre los que interviene nuestra regulación hormonal, la química cerebral, la microbiota en nuestro intestino y por su puesto los estímulos externos y la forma en la que reaccionamos a ellos.
El asma emocional no se diferencia en mucho con el asma común que muchos conocemos. De hecho, los expertos señalan que muchos de esos episodios de asma que surgen sin una explicación fisiológica clara, es decir, sin estar atribuidos a alergias o similares, tienen su origen en el plano emocional. Es más, actualmente existe un modelo aceptado en la comunidad científica para detectar estos casos, conocido como el modelo de desregulación automática de Miller.
Este modelo "nos dice que los factores emocionales como la tristeza, el enfado o la ansiedad activan y estimulan una serie de vías autonómicas que son distintas en pacientes asmáticos con y sin una emoción importante”, explica la doctora Fernández. “Los pacientes asmáticos tienen una mayor carga de problemas emocionales, tanto de ansiedad como de trastornos depresivos“, añade el especialista en neumología.
Actualmente el asma emocional continua estando infradiagnosticado, ya que sus síntomas entre los que se encuentra la tos, la disnea (asfixia), pitidos en el pecho y opresión en el pecho, se diagnostica como un asma normal aportando medicación y olvidando el tratamiento terapéutico en el plano de lo emocional.
Su relación con los trastornos emocionales
Todo aquel que haya experimentado ansiedad generalizada o haya llegado a vivir un ataque de pánico, podrá ver fácilmente la relación que lleva al asma emocional. “La ansiedad hace que aumente la frecuencia cardíaca y por lo tanto, la frecuencia respiratoria, y en pacientes que ya tienen problemas a ese nivel respiratorio puede desencadenar un brote (de asma) o empeorarlo”, explica el doctor Soto.
Por su parte, cuando hablamos de un ataque de pánico, este normalmente llega condicionado porque quien lo experimenta tiene la sensación de estarse quedando sin aire, lo que dificulta en muchas ocasiones el poder distinguir entre la ansiedad o un empeoramiento del asma emocional.
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