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La revista Consumer informa de que a pesar del tiempo que llevan en el mercado, estas bebidas no están reguladas expresamente en la legislación, sino que se incluyen dentro del grupo de las bebidas refrescantes. Eso significa que sus características no están definidas de forma específica, como tampoco lo está la denominación que suele utilizarse para designarlas (“bebida energética”) y que no es más que un nombre coloquial.
No se pueden considerar “energizantes” en el sentido de aportarnos vitalidad o mejorar nuestro rendimiento físico o intelectual. En realidad, se trata de bebidas estimulantes, una característica que se debe sobre todo a su contenido en cafeína.
Su precio asequible, su ubicuidad y sus intensas campañas publicitarias en espacios para jóvenes (Internet, eventos musicales o deportivos), explican su elevado consumo entre este grupo de población: en torno al 50 % de los adolescentes las consumen de forma habitual. Además, en ocasiones se toman en combinación con bebidas alcohólicas, lo que multiplica los riesgos, dado que el efecto estimulante de la cafeína puede enmascarar el efecto depresor del alcohol, con lo que es más fácil llegar a consumir dosis peligrosas de este último.
La cafeína, un ingrediente peligroso en elevadas cantidades
Estas bebidas energizantes están compuestas básicamente por agua carbonatada a la que se añaden diferentes ingredientes, entre todos, el más destacable es la cafeína. Generalmente, se encuentra en una proporción de 32 mg por cada 100 ml. Aunque puede parecer que no es una cantidad muy alta si lo comparamos con un café, las bebidas energéticas se comercializan, por lo general, en latas de 500 ml, eso significa que cuando tomamos un café, ingerimos 60 mg de cafeína, mientras que una sola lata nos aporta unos 160 mg, casi tres veces más.
El consumo elevado de cafeína está desaconsejado para la población más joven dado que puede provocar diferentes efectos adversos, como alteraciones del sueño, nerviosismo, irritabilidad, cefalea, arritmia o taquicardia. Además, genera dependencia.
Como este contenido aporta sabor amargo, para contrarrestarlo, se emplean diferentes ingredientes que añaden sabor dulce, principalmente azúcar, edulcorantes o ambos en cantidades desmesuradas. En algunos productos se añade una mezcla de sucralosa y acesulfamo potásico. Ambos son seguros y presentan algunas ventajas frente al azúcar: son acalóricos y no provocan caries. Pero eso no significa que su uso sea inocuo, ya que podrían afectar negativamente a la microbiota intestinal y alterar nuestra percepción del sabor dulce.
Otros ingredientes no recomendados: guaraná, ginseng, taurina o L-Carnitina y aminoácidos
En algunos productos se utilizan, además, otros ingredientes como el guaraná, esto podría hacer que la cantidad total de cafeína fuera más alta de lo que se declara. Otro ingrediente que utilizan algunas marcas con actividad sobre el sistema nervioso es el ginseng, que tiene efectos estimulantes y aumentan la sensación de bienestar.
Otro ingrediente utilizado es la taurina, del que se ha popularizado la idea de se trata de un compuesto exótico que aporta la energía y el vigor del toro. En realidad, no hay evidencias suficientes para afirmar que aporte beneficios sobre el rendimiento o la salud. Además, en circunstancias normales, no necesitamos una suplementación, porque se trata de un aminoácido que es sintetizado por nuestro organismo y que, además, obtenemos a partir de alimentos habituales en la dieta, sobre todo de origen animal.
Algunas bebidas incluyen además entre sus ingredientes L-Carnitina y aminoácidos de cadena ramificada (BCAA). La L-Carnitina es una amina derivada de dos aminoácidos (L-Lisina y L-Metionina), mientras que los BCAA son aminoácidos esenciales. Todos ellos se utilizan porque se les suelen atribuir beneficios para la salud, como el desarrollo de masa muscular, la mejora del rendimiento físico o la recuperación después del ejercicio. Pero la L-Carnitina puede interferir con el metabolismo tiroideo, por lo que no es recomendable para personas con patologías relacionadas con la tiroides.
Las vitaminas son necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. En estos productos se emplean en algunas de estas bebidas como ingredientes, sobre todo las del grupo B: B3, B5, B6 y B12. en cantidades desorbitadas. El organismos puede verse afectado cuando la cantidad consumida es excesivamente alta, o especialmente en personas con alteraciones del riñón, de modo que podrían sufrir diferentes efectos adversos. En este caso, se pueden producir efectos como enrojecimiento, picor, nerviosismo, dolores de cabeza, náuseas y alteraciones hepáticas.
Estas bebidas apenas contienen macronutrientes. Lo único destacable es el azúcar, en aquellos que lo llevan como ingrediente, y las calorías. El aporte calórico por lata se encuentra entre las 142 kcal y las 310 kcal. No debemos menospreciar el aporte de sal, porque, aunque la cantidad por 100 ml es escasa (0,13 g), en una lata de 500 ml puede representar una cifra significativa y es una cantidad notable, teniendo en cuenta que se recomienda no superar los 5 g de sal diarios.
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