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Cada verano, las noches tropicales y calurosas parecen volverse más abrumadoras. Para quienes no cuentan con aire acondicionado, las noches se convierten en un verdadero desafío. Sin la posibilidad de escapar del calor, se pasan horas buscando el lado fresco de la almohada, intentando desesperadamente encontrar algo de alivio y descanso. Pero, ¿qué es lo que hace que dormir sea tan complicado cuando las temperaturas alcanzan niveles incómodos?
El problema principal radica en cómo nuestro cuerpo regula la temperatura durante el sueño. Para poder descansar adecuadamente, nuestro cuerpo necesita bajar su temperatura interna, un proceso crucial para alcanzar las fases profundas del sueño. Estas fases son las más reparadoras, esenciales para la recuperación física y mental.
¿Por qué no podemos dormir con calor?
Cada verano, enfrentamos el reto creciente de las noches tropicales o, en el peor de los casos, de las noches tórridas, que son aún más intensas. Para quienes no cuentan con aire acondicionado, estas noches se transforman en un verdadero desafío: suelen pasar la noche en vela, buscando desesperadamente el lado fresco de la almohada, con la esperanza de conseguir un descanso mínimo. Pero, ¿por qué es tan difícil dormir cuando las temperaturas superan ciertos límites?
La explicación radica en cómo nuestro cuerpo maneja el calor. Según Dominic Royé, investigador y responsable de Ciencias de Datos en la Fundación para la Investigación del Clima, para que nuestro cuerpo pueda descansar y alcanzar las fases de sueño profundo, el sistema cardiovascular necesita reducir su actividad y ralentizar su funcionamiento.
Sin embargo, cuando las temperaturas son excesivamente altas, el cuerpo debe trabajar arduamente para regular su temperatura interna. Este proceso involucra al sistema cardiovascular, que se ve forzado a trabajar más intensamente para mantener una temperatura corporal adecuada.
Este esfuerzo adicional afecta nuestro sueño de varias maneras. Las altas temperaturas pueden provocar un aumento en el tiempo que pasamos despiertos y una disminución en las fases del sueño de movimiento ocular rápido (REM) y del sueño de ondas lentas, explica Royé.
Estos dos tipos de sueño son esenciales para nuestra recuperación física, el fortalecimiento del sistema inmunitario y la consolidación de la memoria.
Una afección para nuestro cuerpo y bienestar
Los efectos de no dormir bien, especialmente en condiciones de calor extremo, pueden ser bastante perjudiciales para la salud. Según el experto Dominic Royé, la falta de un sueño reparador debido al calor puede afectar negativamente a varios sistemas del cuerpo, incluyendo el cardiovascular, respiratorio, nervioso y renal.
Entre las consecuencias potenciales del calor se encuentran un mayor riesgo de sufrir infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y deshidratación.
Royé señala que hay estudios que muestran que la falta de sueño o su reducción prolongada pueden contribuir al aumento de la hipertensión arterial. Además, la incapacidad para descansar adecuadamente durante la noche limita la recuperación del cuerpo de los efectos del calor durante el día.
Este déficit en la recuperación puede llevar a un esfuerzo fisiológico acumulativo, lo que incrementa el riesgo de problemas graves de salud y eleva la probabilidad de mortalidad y morbilidad.
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