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Conseguir transformar el mapa urbano en ciudades sostenibles, es uno de los retos presentes en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que muchos países han aceptado. La transformación de las urbes a hacia modelos más sostenibles, tocan diferentes áreas igual de importantes, como pueden ser la movilidad, la inclusión social o la producción y el consumo. De esta forma, se empieza a dar prioridad a las infraestructuras y los materiales con las que se construyen.
En este sentido, un nuevo proyecto, impulsado por un nutrido equipo de ingenieros investigadores, se ha propuesto como finalidad el 'descarbonizar' el cemento, o más bien los procesos y los materiales que se necesitan para obtenerlo. Con la implementación de estas nuevas técnicas en materiales de construcción, las infraestructuras de las ciudades sostenibles, serán construidas literalmente con materiales más respetuosos con el medioambiente.
Ciudades sostenibles: el coste del cemento
Uno de los principales trabajos para las ciudades sostenibles, es construir infraestructuras respetuosas con el medio ambiente, tanto la forma en la que alimentan sus necesidades energéticas, como en los materiales que se utilizan para su construcción. En este sentido, el cemento es una de las materias primas más utilizadas del planeta para la construcción. Sin embargo, también es uno de los más contaminantes y que consume más agua y energía.
Según el informe 'Marketing Concrete Change', emitido por el Instituto Real de Asuntos Internacionales británico, la producción anual de cemento en el mundo, superaba las 4.000 millones de toneladas antes de la pandemia. Esto supone un importante consumo de energía y recursos como el agua. La industria cementera es la responsable del 7 % de las emisiones globales de CO2 a la atmósfera, que dicho así puede no sonar demasiado, pero las cantidades se cuentan en gigatoneladas, y es equiparable a la emisión de toda la flota mundial de camiones, según el mismo informe.
Si hablamos de construir ciudades sostenibles, está claro que es necesario reducir el coste que supone la producción de cemento. Por este motivo, un grupo de hasta 10 investigadores especializados en ingeniería química y civil, de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, han lanzado un proyecto para utilizar agua marina en la producción de cemento, modificando la química añadiendo magnesio.
Sustituir componentes por agua marina
La sustitución por agua marina en la producción de cemento, no solo reduciría el consumo de agua dulce, sino que además, gracias a los procesos químicos que favorece el magnesio, este cemento sería capaz de absorber dióxido de carbono. Una auténtica revolución que resolvería muchos de los problemas para que las urbes puedan convertirse en ciudades sostenibles. Los investigadores también proponen, que la energía que se utiliza para fabricar este material, se haga con energías limpias, reduciendo aún más el impacto.
Sin embargo, este cemento tiene limitaciones de momento. Esta solución muestra deficiencias para la producción de hormigón armado, por lo que de momento solo se podría utilizar para pequeñas construcciones como aceras o adoquines. Aun así, sigue siendo un importante avance hacia nuevas técnicas que ayuden a construir ciudades sostenibles.
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