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Con el avance de las ciencias y la investigación, el ser humano ha sido capaz de detectar todo tipo de enfermedades para poder hacerles frente con mayor efectividad. Sin embargo, aun queda mucho camino por recorrer, sobre todo con las enfermedades que no son tan conocidas o que son especialmente complejas, como la leucemia mieloide, un tipo de cáncer de sangre que se presenta entre el 15 y el 20 % de los casos de leucemia en adultos, según el Instituto de Investigación de Josep Carreras.
En septiembre, se celebra el Día Mundial de la Leucemia Mieloide Crónica y Aguda. Estas dos vertientes de la enfermedad tienen en común que son capaces de afectar a las células mieloides en la médula ósea, generando así un crecimiento anormal y descontrolado de las células sanguíneas. Sin embargo, con los años y la investigación, pudieron determinar diferencias entre ambas, para darles tratamientos más especializados a cada una.
Conociendo los dos tipos de leucemia mieloide
Cabe destacar que la primera leucemia mieloide que fue descubierta fue la crónica, concretamente en 1960, por parte de dos científicos, Peter Nowell y David Hungerford. Ambos identificaron una anormalidad cromosómica en las células cancerosas de los pacientes con este tipo de leucemia. Este cromosoma anormal se denomina "cromosoma Filadelfia" en honor a la ciudad donde se hizo el descubrimiento. Las causas derivan de la proteína anormal conocida como BCR-ABL, que es la que desencadena el cáncer.
Entre sus síntomas se encuentran la fatiga, la pérdida de peso, el dolor en los huesos y el abdomen, fiebre, sudoración nocturna excesiva y aumento del tamaño del bazo. Actualmente, el tratamiento para la leucemia mieloide crónica consiste en la integración de terapias con inhibidores de la tirosina quinasa, quimioterapia, trasplante de médula ósea y otros enfoques, dependiendo de la etapa de la enfermedad y la salud del paciente.
Las diferencias con la aguda
Con el paso del tiempo y la mejora en las investigaciones, los estudios fueron más focalizados en cuanto al comportamiento y las características de las células leucémicas, lo que acabó llevando a la identificación de mutaciones genéticas y anomalías cromosómicas que están presentes en las células de la leucemia mieloide aguda. Estas células no funcionan correctamente y reemplazan a las células sanguíneas normales, provocando así la enfermedad.
Se considera que este tipo de leucemia se desarrolla de manera espontánea y no tiene una causa específica conocida. Algunos factores de riesgo incluyen exposición a productos químicos tóxicos y radiación. En cuanto a los síntomas que presenta la leucemia mieloide aguda se encuentran también la fatiga extrema, infecciones recurrentes, hematomas y sangrado fácil, dolor en los huesos y fiebre. Para poder tratarla los médicos incluyen tanto la quimioterapia, como trasplante de médula ósea, una terapia dirigida y otros enfoques que dependerán tanto del paciente y su salud general, así como de la gravedad del cáncer.
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