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Ya se están empezando a notar diversos efectos en el cuerpo a causa del calor: calambres, agotamiento, dolores de cabeza, confusión, golpes de calor, hinchazón de piernas… Algo bastante normal cuando barajamos temperaturas máximas de hasta 40º C.
La temperatura ambiente óptima para el cuerpo humano es entre 18 y 24º C, franja térmica que permite que nuestro organismo se mantenga en sus 36-37º C -la temperatura corporal normal-.El problema viene cuando los niveles se elevan, la exposición al calor es un factor de riesgo para la salud.
Se ha demostrado que si el cuerpo alcanza la temperatura de 39-40º C, el cerebro ordena a nuestros músculos que reduzcan sus esfuerzos y aparece la fatiga. Si alcanza los 40-41º C, aparece el agotamiento por calor; pero, si se superan los 41º C, el cuerpo comienza a dejar de funcionar, alterando ciertos procesos químicos, deteriorando algunas células y hasta provocando fallos multiorgánicos.
Con todo esto aparece el estrés térmico, la sensación de malestar que se experimenta cuando la permanencia en un ambiente determinado exige esfuerzos desmesurados a los mecanismos de que dispone el organismo para mantener la temperatura interna, mientras se efectúa el intercambio de agua y demás sustancias del cuerpo.
El estrés térmico es un problema grave que afecta a la salud de las personas en todo el mundo
Según un estudio publicado en la revista 'Npj Climate and Atmospheric Science', los avisos sobre olas de calor deberían basarse no solo en las temperaturas, sino también en índices de estrés térmico que tengan en cuenta factores como la humedad, el viento y la exposición al sol.
Alemania, España, Francia y Reino Unido registraron durante el verano de 2022 más de 20.000 muertes de las esperadas, lo que resalta la necesidad de medidas preventivas y la comunicación adecuada de las condiciones peligrosas. Con el calentamiento global en curso, es probable que las olas de calor extremo aumenten en frecuencia y magnitud, por lo que es importante que las personas estén informadas sobre los verdaderos riesgos para la salud.
El equipo de investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM) destacó la importancia de los llamados índices de estrés térmico, que además de la temperatura, tienen en cuenta otros factores meteorológicos, como la humedad, para comunicar mejor los efectos del calor extremo.
Los investigadores argumentan que comunicar únicamente las temperaturas máximas previstas puede no reflejar siempre el verdadero peligro de las olas de calor
Según Malcolm Mistry, investigador de la LSHTM y la Universidad Ca' Foscari de Venecia (Italia), "lo que puede afectar a la respuesta de una persona al calor exterior es el conjunto más amplio de condiciones meteorológicas, empezando por la temperatura ambiente, así como la humedad del aire circundante, las condiciones de viento reinantes, la exposición al sol directo en lugar de estar a la sombra y, por último, la duración total de la exposición a tales condiciones". Por lo tanto, es fundamental que los avisos meteorológicos tengan en cuenta todos estos factores para proporcionar información precisa sobre el riesgo de estrés térmico.
Aunque el umbral de resistencia al calor de cada persona varía en función de factores individuales, se han diseñado distintos índices de estrés térmico para describir el impacto de las condiciones meteorológicas en el cuerpo, incluido el punto en el que las condiciones experimentadas pueden convertirse en una amenaza para la salud humana.
Algunos de los índices más conocidos son humidex (Hu), la temperatura aparente (AT), la temperatura de bulbo húmedo (WBGT), el índice de calor (HI) y el índice universal de clima térmico (UTCI).
Es especialmente relevante el uso de estos índices en las llamadas 'olas de calor húmedo', que se espera que sean cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
Los investigadores estudiaron olas de calor recientes que batieron récords en Europa, Norteamérica y Asia, y compararon los mapas de temperaturas máximas diarias con los de los índices de estrés térmico máximos de cada día (humidex y temperatura interior del globo húmedo). Descubrieron que las zonas geográficas donde estos índices revelaban el mayor riesgo para la salud no siempre coincidían con las áreas donde las temperaturas eran más altas. De hecho, en algunos casos, las áreas con temperaturas más moderadas tenían índices más altos debido a la combinación de temperatura y humedad.
Por lo tanto, los investigadores concluyeron que incluir el índice de estrés térmico en las advertencias de olas de calor sería una medida útil para proteger la salud pública, ya que proporcionaría una información más precisa sobre el riesgo real de calor extremo.
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