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Fue el 21 de junio cuando la nueva normalidad "aterrizó" en España, y desde el pasado 18 de agosto, el país ha ido viviendo un endurecimiento de las limitaciones.
Son muchas las zonas que han vuelto al confinamiento domiciliario, con restricciones en las entradas y salidas, y cada vez son más las comunidades autónomas que cuentan con poblaciones y municipios que se cierran.
La vuelta a la normalidad solo se quedó en España durante las últimas semanas de la primavera y las primeras del verano, pero ya ahora se posiciona la primera en la lista de los países con las peores estadísticas de Europa.
La nueva normalidad en España
Según los expertos, el plan de desescalada era modélico. Un levantamiento de restricciones asimétrico que fue avanzando de manera progresiva según pudieran las comunidades autónomas.
Pero tal y como apuntan, España tuvo dos grandes problemas: Sanidad no quiso cuantificar cuál debía ser la incidencia ni las garantías, no dejó unos parámetros claros, y muchas autonomías avanzaron de fase cuando no debían.
“La nueva normalidad era otra cosa. Esto que hemos experimentado ha sido simplemente una desescalada apresurada sin hacer los deberes” opinó para El País Miguel Hernán, catedrático en epidemiología de la Universidad de Harvard y uno de los expertos que trabajó en poner las bases de la transición.
Bajo su punto de vista, para llegar al momento de restricciones laxas conocida como la nueva normalidad, hacían falta cuatro condiciones que, según el, no se han cumplido:
- Liderazgo de las comunidades autónomas para crear y reforzar capacidades asistenciales y diagnósticas, de rastreo y aislamiento o cuarentena.
- Liderazgo del Gobierno español para definir indicadores epidemiológicos transparentes y armonizados que facilitaran acciones coordinadas.
- Diseño de las medidas concretas de la desescalada por expertos multidisciplinares, incluidos especialistas en epidemiología y economía, para combinar una actividad económica sostenible con el conocimiento científico disponible sobre el coronavirus.
- Proceso continuado de toma de decisiones sobre apertura y cierre basado en la evaluación de datos epidemiológicos de las tres semanas previas.
Otros expertos como Miquel Porta, catedrático en epidemiología, medicina preventiva y salud pública, opina que cree el fracaso de la nueva normalidad viene de antes de la epidemia.
“No ha fallado que no hubiera criterios para la desescalada, sino la aplicación de estos criterios. Y eso viene dado por incapacidad del Estado. Ni siquiera es un problema de políticos, sino de aparatos del Estado”, subraya Porta.
La falta de rastreadores, a lo que se suma la irresponsabilidad de la ciudadanía
No hay un número suficiente de rastreadores, la capacidad de la Atención Primaria, un importante dique de contención de la segunda ola, está por debajo del promedio europeo.
Eso, junto al comportamiento de algunos ciudadanos y empresas, el no querer rechazar el ocio nocturno, la aleatoriedad que añaden los expertos, nos ha despertado con una resaca de restricciones y nuevos confinamientos.
Del CCAES salió el Plan de respuesta temprana en un escenario de control de la pandemia por Covid-19, aprobado el 16 de julio y consensuado con las comunidades autónomas.
Con tres escenarios y medidas en cada uno de ellos, pero otra vez, sin umbrales numéricos. No había cifras a partir de las cuales cerrar el ocio nocturno, restringir reuniones o confinar a poblaciones.
Según Rafael Bengoa, experto en Salud Pública de España, desde que saliese dicho documento y la situación actual se ve "un exceso de sesgo a la normalidad".
“Está justificado por parte de los ciudadanos porque después de estar encerrados casi cuatro meses es normal querer volver a la normalidad. Pero todos los Gobiernos saben que ese sesgo es peligroso en cualquier situación. Deberíamos haber tenido un plan más solido de desconfinamiento. Todas las comunidades se veían preparadas, pero algunas no lo estaban. Y si sumas eso a un comportamiento ciudadano muy irregular, se crea la tormenta perfecta” apunta Bengoa.
Llamarlo 'nueva normalidad' puede que fuera un fallo porque nos condujo al exceso de confianza
“Mientras el virus esté con nosotros deberíamos tener claras tres cosas: asistencia primaria reforzada a tope todo el tiempo; rastreadores, con casos o sin ellos, los que se recomiendan, y aunque la incidencia sea baja, la población debería vivir con las reglas de cierto distanciamiento hasta que esto pase: evitar encuentros en interiores y siempre que sucedan con mascarilla, además de las normas de higiene” apunta Saúl Ares, científico del Centro Nacional de Biotecnología.
Daniel López Acuña, antiguo director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), opina que “para mucha gente la nueva normalidad era volver a la normalidad, y ahí ha estado un error fundamental: no asumir que estábamos volviendo a un momento de una curva que se había abatido pero donde el virus no había desaparecido”.
Los científicos siguen avisando que quedan meses por batallar contra el Covid-19, que puede darse una tercera ola. Por ello, Bengoa y otros 19 expertos firmaron en The Lancet un manifiesto pidiendo al Gobierno que expertos independientes estudien qué ha fallado y la imposición de medidas para que no vuelva a suceder.
Todos apuntan a no buscar la nueva normalidad, porque cuando esta pandemia acabe, vendrán otras. Lo que si piden es buscar una restruccturación política, social libre de desigualdades en España.
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