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Nueva Zelanda ha encendido las alarmas esta madrugada cuando desde el Gobierno de Jacinda Ardern han detectado casos positivos de COVID-19 en una casa en la región de Auckland.
En una conferencia de prensa urgente, la primera ministra ha anunciado el confinamiento inmediato de la ciudad más poblada de Nueva Zelanda y sus alrededores, una medida que afecta a más de 1,66 millones de personas. Bares, restaurantes, comercios no esenciales y centros públicos están obligados a cerrar, igual que todos los centros educativos. Además, se pide a los ciudadanos que trabajen desde casa. Las empresas donde esto no sea posible deben aplicar con rigor los dos metros de distancia entre personas.
Esta semana Nueva Zelanda celebraba el hito de sobrepasar los 100 días sin ningún caso de COVID-19 entre la población
La buena racha de Nueva Zelanda se ha roto con la detección de estos cuatro positivos. "Estamos tomando una respuesta rápida para romper la cadena de transmisión", dijo la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, cuya gestión fue aplaudida internacionalmente por su gestión frente a la pandemia. "Tenemos los sistemas para erradicar el virus y evitar que se extienda", agregó la mandataria laborista.
La primera ministra ha pedido a los habitantes de Auckland que se queden en casa para cortar la cadena de transmisión: “Actúen como si tuvieran COVID, y como si la gente a su alrededor tuviera COVID”. Y ha añadido: “Por favor, no corran al supermercado esta noche… No hay ninguna razón para salir corriendo a hacer ninguna compra esta noche”. Un ruego que muchos ciudadanos han ignorado.
Asimismo se recomienda el uso de las mascarillas, se limitan las reuniones a un máximo de diez personas y obliga a los restaurantes y bares a vender comida solo para llevar, mientras que los negocios podrán operar si no pueden hacerlo de forma remota, aunque sin clientes en sus instalaciones.
Por otro lado, Ardern anunció también el retraso en la disolución del Parlamento, paso necesario para la celebración de elecciones el 19 de septiembre.
Claves del éxito en la gestión del COVID-19 en Nueva Zelanda
El éxito de Nueva Zelanda contra el coronavirus se basa en tres medidas que han demostrado ser muy eficaces: control en las fronteras, confinamiento de la población y pruebas médicas para la detección precoz.
1. Estricto control en su frontera para impedir la entrada del virus desde otros países. Nueva Zelanda cerró sus fronteras el 19 de marzo e impuso la cuarentena obligatoria de dos semanas para los que entrasen al país.
2. Confinamiento de la población y la distancia de seguridad obligatoria para combatir así la transmisión comunitaria.
3. Control basado en pruebas médicas para la detección de nuevos casos, el rastreo de contactos de riesgo y para aplicarles una cuarentena en caso de riesgo de contagio.
Con estas medidas, entre otras, Nueva Zelanda ha conseguido que sólo haya 1.569 casos detectados y 22 fallecimientos en el país de 5 millones de habitantes.
El Ministerio de Sanidad ha pedido no bajar la guardia y mantener la responsabilidad social para evitar los rebrotes que están apareciendo en el resto de países.
El regreso del coronavirus es una noticia alarmante para los neozelandeses
Hasta ahora en Nueva Zelanda gozaban de una vida muy similar a los tiempos anteriores a la pandemia. El Gobierno consiguió eliminar la transmisión comunitaria el 8 de junio y mantiene las fronteras del país cerradas desde marzo. Los únicos casos de la enfermedad -22 en concreto- eran de personas que habían vuelto a Nueva Zelanda y están en cuarentena.
Con las fronteras cerraras, el Gobierno neozelandés no puede explicar cómo el virus ha logrado llegar desde los hoteles de cuarentena hasta la población.
Cuando el COVID-19 entró en Nueva Zelanda a principios de año, Ardern puso en marcha un plan para erradicar el virus que ha sido elogiado por la Organización Mundial de la Salud.
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