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En nuestro cuerpo todo está interconectado, aunque durante mucho tiempo se tendió a separar cada área. Sin embargo, la interconexión entre la mente y el cuerpo es inevitable y no se puede entender la una sin la otra. De esta misma forma, cada vez se tiene más claro que nuestros patrones dietéticos juegan un papel fundamental, tanto en la ayuda para los tratamientos de enfermedades, como para su prevención.
Sin embargo, no todos somos capaces de adaptarnos a patrones dietéticos que sean favorables para nuestro organismo, o se consideren más saludables. Para llegar a la raíz de esta disparidad, un grupo de científicos españoles del área de Obesidad y Nutrición del CIBER (CIBEROBN), en la Unidad Humana de la Universidad Rovira y Virgili (URV) y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV), han publicado un reciente estudio en la revista científica 'Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity', en el que daban con la respuesta.
La impulsividad y los patrones dietéticos
La tesis de esta investigación, se basaba en buscar una relación directa entre ciertos rasgos de la personalidad de la persona y la forma en la que esto podía influir en su salud. De esta manera, en el estudio se considera que rasgos como la impulsividad tenían un impacto directo a la hora de que las personas fuésemos capaces de adherirnos a patrones dietéticos más saludables de forma más prolongada en el tiempo, y la relación de esto con la tendencia a la obesidad.
"El rasgo de impulsividad se ha propuesto como un factor clave en la pérdida de peso exitosa en personas con obesidad extrema que son candidatas a cirugía bariátrica", se comenta en el estudio, que pretende determinar hasta que punto este factor puede ser decisivo. Para ello, realizaron un estudio con más de 460 voluntarios de cuatro centros de investigación españoles. Hicieron un seguimiento de los voluntarios durante 3 años para observar el papel de la impulsividad en los patrones dietéticos de los sujetos.
Para ello, se hizo una evaluación sobre el nivel de impulsividad de cada uno de los voluntarios, así como su capacidad para adaptarse a ocho patrones dietéticos saludables, dirigidos a prevenir los problemas cardiovasculares, el declive cognitivo o que fueran más sostenibles con el medioambiente. Por otro lado, también los sometieron a cambiar sus patrones de alimentación a otros no saludables.
Más emociones, menos planificación
Los resultados fueron claros: una mayor impulsividad generaba una respuesta más emocional y menos planificada. Esto hacia que, cuando tocaba adaptarse a patrones dietéticos más saludables, las personas más impulsivas, tenían grandes dificultades en hacerlo, ya que primaban la recompensa inmediata que puede sentir al comer alimentos altos en azúcares o en hidratos de carbono. Observaron que la urgencia por consumir estos alimentos, era más fuerte que la preocupación por los efectos adversos, como un mayor riesgo a enfermedades como la hipertensión.
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