15/06/2024 - 10:30
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Es una triste realidad, pero debemos de saber que las personas mayores no son solo un grupo de riesgo ante enfermedades como el COVID-19, sino que también sufren discriminación en diferentes esferas de la vida.
Esta situación es una desigualdad global, que ya existía antes de que llegase la pandemia, y se estima que hasta la mitad de las personas mayores en diferentes países en desarrollo no contaban ni con acceso a los servicios de salud esenciales.
Nuestros abuelos y abuelas, en determinados momentos de la vida pueden llegar a sufrir discriminación por edad en las decisiones que respectan a la atención médica, triaje y terapias que salvan vidas.
Las personas mayores han sido la población más golpeada por la crisis del coronavirus
El caso es que la pandemia también ha dado lugar a la, posible, reducción de los servicios críticos no relacionados con el coronavirus. Dicha situación aumenta aún mas los riesgos para la vida de nuestros mayores.
La población más mayor se enfrenta a diferentes vulnerabilidades a parte del virus, y se ha podido comprobar que esta situación amenaza a sus redes sociales, su acceso a los servicios de salud, sus trabajos y pensiones.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dice que "ninguna persona, joven o vieja, es prescindible". El impacto en la salud y los servicios de atención a largo plazo para las personas mayores tiene que reconocer y enfrentar los desafíos particulares.
Es decir, tiene que resolver los problemas con su capacidad de acceso a los tratamientos y a la atención médica de toda la sociedad.
Porque las personas mayores tienen los mismos derechos a la vida y a la salud que todos nosotros. "Por eso, al adoptar decisiones difíciles respecto a la atención médica para salvar vidas, se deben respetar los derechos humanos y la dignidad de todos" comunicaba el Secretario general de la ONU.
La protección de nuestros ancianos es labor de todos
Para el 2030 se prevé que el número de personas de 60 años o más aumentará en un 38 %, de mil millones a 1,4 millones, superando así en número a la juventud en niveles mundiales.
Además, este crecimiento será especialmente mayor y rápido en las regiones en vías de desarrollo, por lo que se requiere que se preste mayor atención a los desafíos específicos que afectan a este colectivo, incluidos los que se refieren a los derechos humanos.
No podemos hacer oídos sordos al maltrato y abusos que padecen las personas mayores desde hace años. Esto es un problema social que existe en los países en desarrollo y desarrollados, y algo que no se conoce y/o se ignora.
Por eso cada 15 de junio conmemoramos el Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez. Se estima que en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que lo sitúan entre un 1 % y un 10 %.
Y uno de los graves problemas es ese, la falta de datos, porque esto nos deja ante un desconocimiento sobre la magnitud del maltrato a las personas mayores.
Sin contar con los datos necesarios hacemos oídos sordos a este problema, y debemos de tener claro que la importancia social y moral de nuestros abuelas y abuelas es indiscutible
Por eso, este problema necesita una respuesta mundial mutifacética, centrada en la protección de los derechos de las personas mayores.
Tienen que ir enmarcadas en el contexto cultural y considerarse como factor de riesgo las formas de definir, detectar y resolver el maltrato y abuso a este colectivo vulnerable.
Hay ejemplos que ponen los pelos de punta, y es que en algunas sociedades tradicionales obligan a las mujeres viudas a casarse de nuevo, y en otras, las mujeres en edades avanzadas que viven solas son acusadas de practicar brujería.
El maltrato y abuso de las personas mayores será algo que seguirá oculto, si la atención primaria de salud y los servicios sociales no cuentan con la preparación adecuada para resolver este grave problema.
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