Lectura fácil
Las personas con discapacidad, especialmente aquellas con discapacidad intelectual, enfrentan riesgos adicionales en piscinas y playas, siendo el ahogamiento una preocupación significativa. La falta de habilidades para nadar, dificultades para reconocer peligros, y la falta de accesibilidad en estos espacios contribuyen a estos riesgos.
Chema Hernández, responsable de deportes en Plena Inclusión Murcia, destaca para otros medios de comunicación, que las piscinas a menudo carecen de sillas adaptadas y elevadores hidráulicos, lo que limita el acceso a personas con discapacidad. Además, la accesibilidad cognitiva, que incluye herramientas como carteles en lectura fácil y pictogramas, es casi inexistente y crucial para la comprensión y seguridad de muchas personas con discapacidad intelectual.
Accesibilidad y riesgos
En la actualidad, las piscinas y playas no solo tienen problemas con la accesibilidad física, sino también con la cognitiva. La falta de recursos accesibles impide que muchas personas con discapacidad disfruten de estos espacios de manera segura. Hernández menciona que la accesibilidad cognitiva, como la presencia de información clara y comprensible, es vital para personas con autismo y otras discapacidades intelectuales. La ausencia de estas adaptaciones puede hacer que se sientan desorientados y menos seguros, aumentando el riesgo de accidentes.
La discapacidad en sí misma es un factor de riesgo importante para el ahogamiento en entornos acuáticos. Las personas con discapacidad pueden tener menos habilidades para nadar o interpretar señales de peligro, y además pueden enfrentar desafíos adicionales debido a la falta de equipos adaptados y personal capacitado. Hernández subraya que, aunque algunos espacios tienen socorristas, muchos no están equipados para responder adecuadamente a las necesidades de personas con discapacidad.
Precauciones y preparativos
Para reducir los riesgos al llevar a personas con discapacidad a la playa o piscina, Hernández aconseja acompañarlas siempre y prepararse adecuadamente. Esto incluye verificar las instalaciones con anticipación y llevar el equipo necesario, como flotadores o chalecos hinchables. Es fundamental que el lugar elegido esté vigilado por socorristas capacitados, ya que muchas personas con discapacidad tienen una menor percepción del peligro o dificultades para superar el miedo al agua.
Además, se recomienda evitar zonas concurridas en piscinas y playas para reducir el riesgo de agobio y aumentar la seguridad. También es esencial que las personas con discapacidad lleven protección solar y gorra para protegerse del sol. Para quienes tienen problemas de comprensión, utilizar pictogramas y otros sistemas de comunicación aumentaría su autonomía y seguridad.
Formación y recursos
Un aspecto crítico para la seguridad de las personas con discapacidad es la formación adecuada en natación. Aunque la formación para enseñar a nadar a personas con discapacidad intelectual y autismo ha mejorado en los últimos años, aún hay mucho por hacer. Las asociaciones están trabajando para proporcionar esta formación, y los cursos de natación para monitores ahora incluyen componentes específicos para abordar estas necesidades en la piscina y playas.
Además, Plena Inclusión Murcia ha lanzado una guía de primeros auxilios, escrita en lectura fácil y acompañada de ilustraciones y vídeos, destinada a personas con discapacidad intelectual. Esta guía tiene el objetivo de enseñarles cómo manejar situaciones de emergencia, como atragantamientos o personas inconscientes. La guía no solo beneficia a las personas con discapacidad, sino también a personas mayores y a quienes tienen dificultades para comprender el idioma, promoviendo su inclusión y seguridad.
Lo mejor para todos sería mejorar la accesibilidad, proporcionar formación adecuada y asegurar la disponibilidad de recursos adaptados son pasos clave para garantizar la seguridad y bienestar de las personas con discapacidad en espacios acuáticos.
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