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En España, el suicidio es una de las diez principales causas de muerte con 34 defunciones por cada 100.000 habitantes en el año 2020, último datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, el suicidio es la principal causa de muerte externa con 3.941 personas en 2020. Una cifra que ha aumentado respecto al año anterior (2019) en un 7,4 %.
El fallecimiento de la actriz Verónica Forqué a los 66 años tras quitarse la vida en su domicilio de Madrid no solo ha sacudido al mundo cultural, sino que ha puesto el foco mediático en el gran tabú de la salud mental en España: el suicidio.
El fallecimiento de la reconocida actriz ha abierto el debate sobre la salud mental en nuestro país
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019, alertaba de que, a nivel global, “cada 40 segundos alguien se suicida”. Y en 2021, la OMS señalaba que “el suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte en todo el mundo”: “Cada año pierden la vida más personas por suicidio que por VIH, paludismo o cáncer de mama, o incluso por guerras y homicidios. En 2019 [en todo el mundo], se suicidaron más de 700. 000 personas, es decir una de cada 100 muertes”.
Aunque, en general, los medios de comunicación no informan sobre los suicidios en un pacto aceptado en las redacciones que busca evitar un 'efecto llamada', también conocido como 'efecto Werther', es importante que este tema deje de ser tabú porque la salud mental debería tener la misma importancia que la física en nuestro país.
Suicidio: un problema de salud pública
Nunca va a haber un único motivo para que una persona se suicide. Los antidepresivos no van a hacer que alguien aparte de su mente la idea de querer suicidarse. Partiendo de esa base, lo correcto sería abordar el problema teniendo en cuenta las circunstancias vitales, el sufrimiento psíquico o los posibles detonantes que, en conjunto, podrían acercarnos a las causas por las que alguien comete este acto.
Cada persona es un mundo y no podemos decir que lo que cause dolor en una lo pueda causar en otra. Pero sí podemos decir que todas ellas comparten un alto sufrimiento psicológico que creen que no van a poder superar y que les impide encontrar otras alternativas para acabar con este sufrimiento que no sea la propia muerte.
Según un informe de la Fundación ANAR, en relación al sufrimiento psíquico experimentado por menores, durante el confinamiento se disparó la ideación suicida (+244,1 %), la ansiedad (+280,6 %) y la depresión o tristeza (+87,7 %), entre otros, en comparación con 2019.
El debate social sobre el suicidio no es fácil ni sencillo
En torno a la conducta suicida, hay diferentes mitos que diferentes organizaciones, como la OMS o la Asociación Americana de Psicología (APA) recomiendan desterrar. Uno de los principales es que se trata de una “llamada de atención”, cuando lo correcto, es hablar de “llamada de auxilio” o “petición de ayuda”.
Otro de los mitos más arraigados en el imaginario colectivo es el de que “quien lo dice no lo hace” y “quien lo hace no lo dice”. Según la OMS, “alguien que habla sobre cometer un suicidio puede estar buscando apoyo o ayuda”.
Y otro de los mitos más problemáticos, sobre todo en relación a quienes sobreviven tras un intento de suicidio, es el que hace referencia a la creencia de que “si alguien está determinado a morir, lo conseguirá”.
Hay que tomarse en serio estas cosas. Hace unos meses veíamos a la actriz Verónica Forqué en el programa Masterchef Celebrity de TVE donde ella misma dijo que no estaba bien. Una persona llamó ayer al 112 a las 12:49 horas para avisar de un intento de suicidio en una vivienda ubicada donde vivía la actriz. Hasta el domicilio se desplazaron sanitarios del Summa 112, que solo pudieron confirmar su fallecimiento.
Este lunes, el nombre de una de las actrices más queridas del cine español reciente volvió a ser noticia, esta vez por el más triste de los motivos.
La salud mental no es un juego. Hay que visibilizarlo, hay que hablarlo, hay que invertir, hay que escuchar y hay que pedir ayuda. No hay salud sin salud mental. Descansa en paz, Verónica. No esperemos al próximo suicidio para cambiar las cosas.
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