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Los trastornos alimenticios como la bulimia, la anorexia y el trastorno por atracón afectan de manera sigilosa y lenta. A menudo pasan desapercibidos durante años, incluso para quienes los sufren. Superarlos implica un proceso largo y arduo que requiere enfrentar las propias inseguridades. Más que una relación problemática con la comida, los trastornos alimenticios reflejan una lucha interna consigo mismo.
Las redes sociales han dado lugar a los trastornos alimenticios
Las redes sociales han exacerbado la prevalencia de los trastornos alimenticios, especialmente entre los jóvenes. Según un estudio de la Fundación Manantial, el 71 % de las jóvenes se identifican con algún TCA, en comparación con el 27 % de los chicos. La pandemia ha agravado la situación, con un aumento del 20 % en los ingresos relacionados con los TCA durante la Covid.
La influencia de las redes sociales en cuanto a los trastornos alimenticios es innegable. La exposición constante a ideales de delgadez y hábitos poco saludables promovidos en estas plataformas aumenta la probabilidad de desarrollar un TCA.
Un estudio en España encontró que a mayor uso de redes sociales, mayor es la probabilidad de desarrollar un TCA. La comparación social y la insatisfacción corporal inducidas por la exposición a imágenes de belleza dominante son factores contribuyentes.
Un tipo de TCA estrechamente vinculado a las redes sociales es la ortorexia nerviosa, la obsesión por comer sano. Este trastorno puede desencadenar un ciclo peligroso de restricción alimentaria y miedo a ciertos alimentos, que puede evolucionar hacia la anorexia u otros TCA más graves. La presión social y los estándares poco realistas de belleza en las redes sociales pueden contribuir a la génesis y la persistencia de estos trastornos alimenticios.
La adolescencia como factor de riesgo mayor
La adolescencia se ha convertido en un factor de riesgo significativo para el desarrollo de trastornos alimenticios. La pandemia y el aumento del uso de las redes sociales han exacerbado esta situación, con casos cada vez más graves que afectan a edades más tempranas, incluso menores de 12 años. Este período de cambio físico y emocional, junto con la falta de recursos para enfrentar las realidades, hace que los adolescentes sean especialmente vulnerables.
Factores como predisposición genética, perfeccionismo y autoexigencia pueden propiciar el desarrollo de estos trastornos. Andrea Pérez, por ejemplo, relata cómo su baja autoestima y ansiedad contribuyeron a su trastorno alimentario.
A la espera del Observatorio de Trastornos de Conductas Alimentarias
Aunque se anunció la creación de un Observatorio de Trastornos de Conductas Alimentarias, aún no se ha materializado, dejando pendiente una acción efectiva sobre este problema por parte del Gobierno.
Desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) afecta profundamente a todos los aspectos de la vida. Además de problemas físicos como desequilibrios hormonales y metabólicos, la psicóloga Andrea Arroyo señala que puede provocar complicaciones mentales y un malestar generalizado.
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