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Una investigación realizada en la Universidad Queen Mary de Londres, demuestra que los abejorros son capaces de modificar su respuesta ante estímulos nocivos, por lo que sufren y sienten dolor.
Lars Chittka, director de la investigación y autor del libro The Mind of a Bee, habla de que los insectos se consideraban como simples autómatas que respondían al dolor por reflejo.
Es por ello que este trabajo demuestra como las abejas dan unas respuestas flexibles, demostrando la capacidad de suprimir el reflejo del dolor si se recibe un placer extra dulce. Es por ello que se ve como esa flexibilidad es consistente con la capacidad de una experiencia subjetiva de dolor.
El descubrimiento del dolor que pueden sentir los abejorros, hace un llamamiento a la ética
En el caso de los abejorros, responde al dolor de manera no refleja, por lo que lo sienten, y si es el caso, los humanos tienen que encargarse de no causarles un sufrimiento innecesario, tal y como relata Matilda Gibbons, primera autora de dicho estudio británico.
Es por ello que se pone sobre la mesa las leyes de bienestar animal, y el problema que se presenta, es que los insectos no se encuentran dentro.
Para llevar a cabo la investigación, utilizaron un "paradigma de compensación motivacional". De esta forma, los abejorros debían de compensar de manera flexible dos motivaciones en competencia.
Los abejorros tenían dos comederos de alta calidad, pero uno de ellos alcanza temperaturas nocivas. En este momento tendían a ignorar ese comedero caliente.
Pero si el comedero caliente contenía una mayor concentración de sacarosa, finalmente se sacrificaban y acaban experimentando dolor, pero preferían dicho comedero nocivo.
Asimismo, utilizaron señales de colores, para ver como los abejorros aprendían a asociar dichas señales con una recompensa mayor de azúcar.
De esta forma, la investigación expone que, "la compensación está mediada en el sistema nervioso central, una habilidad que se considera en otros animales como consistente con la capacidad de sentir dolor".
La posibilidad de dolor y sufrimiento de los insectos debe tomarse en serio
El profesor Chittka dice que "los insectos (a diferencia de los vertebrados) actualmente no están protegidos por ninguna legislación con respecto a su tratamiento en los laboratorios de investigación y en la creciente industria que produce insectos para el consumo humano o como alimento para el ganado convencional. El marco legal para el trato ético de los animales puede que tenga que ser ampliado".
"La creciente evidencia de alguna forma de sensibilidad en los insectos, como se ha visto con los abejorros, nos impone la obligación de conservar los entornos que han dado forma a sus mentes únicas y aparentemente extrañas. Los humanos somos solo una de las muchas especies capaces de disfrutar y sufrir, incluidos los estados de dolor. Incluso las criaturas en miniatura, como los insectos, merecen nuestro respeto y trato ético y el deber de minimizar el sufrimiento donde esté a nuestro alcance", concluye el investigador.
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