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En las últimas semanas, el mundo de la aviación ha sido sacudido por una serie de trágicos accidentes aéreos que han dejado un saldo significativo de víctimas fatales. Todo comenzó el 25 de noviembre, cuando un avión de carga con matrícula española, operado por DHL, sufrió un accidente cerca del aeropuerto de Vilna, en Lituania. Este siniestro cobró la vida de uno de los pilotos. Apenas un día después, otro trágico evento tuvo lugar en Costa Rica, cuando una aeronave de la empresa AeroCaribe se estrelló, dejando un saldo de cinco personas fallecidas.
En días recientes, ocurrieron dos de los accidentes más impactantes. El 25 de diciembre, en Kazajistán, un avión fue supuestamente alcanzado por fuego de las defensas antiaéreas rusas, causando la muerte de 38 personas. Finalmente, el domingo pasado, un avión de Jeju Air que intentaba realizar un aterrizaje de emergencia en Corea del Sur terminó en tragedia, con la pérdida de al menos 179 vidas humanas.
Accidentes aéreos: una rara eventualidad
Aunque estas catástrofes generan gran conmoción, los accidentes aéreos son eventos extremadamente raros. Según datos proporcionados por la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO, por sus siglas en inglés), la tasa global de accidentes aéreos se sitúa en menos de dos por cada millón de vuelos. El año 2023 marcó un hito en la seguridad aérea, registrando la tasa más baja de incidentes en más de una década.
Los años 2020 y 2021 también mostraron cifras reducidas en cuanto a accidentes, aunque estos datos se atribuyen, en parte, a la disminución significativa del tráfico aéreo durante la pandemia de COVID-19, que impuso severas restricciones a la movilidad global y al turismo.
Accidentes fatales en la aviación comercial
Si se examinan específicamente los accidentes aéreos con víctimas mortales, las estadísticas muestran un panorama aún más alentador. Durante el año pasado, solo se reportó un accidente fatal en la aviación comercial. Este ocurrió el 15 de enero de 2023, cuando un avión de Yeti Airlines con 72 personas a bordo se estrelló en Nepal, resultando en la muerte de todos los ocupantes.
Por el contrario, 2014 es recordado como uno de los peores años de la última década en cuanto a accidentes aéreos trágicos, con un total de 911 muertes. Ese año estuvo marcado por dos tragedias significativas: el derribo de un Boeing 777 de Malaysia Airlines en Ucrania, con 298 víctimas, y la misteriosa desaparición de otro avión de la misma aerolínea en marzo, en el estrecho de Malaca, con 239 personas a bordo.
Riesgo y probabilidad: la seguridad del transporte aéreo
A pesar de las recientes tragedias, las probabilidades de sufrir un accidente aéreo siguen siendo extremadamente bajas. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima que una persona tendría que volar diariamente durante más de 103.000 años para experimentar un accidente fatal.
En comparación, la mortalidad en accidentes de tráfico es significativamente más alta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta una tasa global de 15 fallecidos por cada 100.000 habitantes en accidentes viales, mientras que la tasa de mortalidad en vuelos comerciales es de apenas 17 por cada mil millones de pasajeros, según la ICAO.
Aunque las recientes tragedias por accidentes aéreos recuerdan la fragilidad de la vida y la importancia de la seguridad en la aviación, los datos muestran que volar sigue siendo una de las formas más seguras de transporte. La industria aérea continúa implementando estrictas medidas de seguridad para garantizar que estos eventos sean cada vez más inusuales.
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