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En muchas ocasiones hemos oído que la pobreza infantil también está relacionada con la actividad cerebral y el rendimiento académico de los niños. Pues sí, un estudio reciente apunta la relación que existe entre ambos conceptos, siempre desde una perspectiva educativa y sanitaria.
El estatus socioeconómico se asocia con el desarrollo de la actividad cerebral
Un estudio científico ha dado lugar a un proyecto llamando Baby’s First Years, en el cual se ha estudiado el comportamiento y la relación de los niveles de pobreza con el impacto directo en el desarrollo cognitivo, emocional y cerebral de los niños. No es la primera vez que observamos un estudio que relacione la actividad cerebral con los niveles sociales y económicos, ya que muchos otros también han mostrado que existe alguna relación.
Según informa la neurocientífica y pediatra de la Universidad de Columbia e investigadora principal del estudio, Kimberly Noble, “vamos más allá de la correlación para comprobar si la reducción de la pobreza tiene un impacto directo en el desarrollo cognitivo, emocional y cerebral de los niños”.
Aun así, la correlación no siempre significa casualidad, ya que en muchas intervenciones se han ofrecido hasta cuatro mil dólares anuales a familias que poseían niveles de ingresos muy bajos, dando lugar a una influencia en la actividad cerebral del menor, además de su salud.
Un estudio de intervención aleatorizado
El famoso Baby’s First Years no es un estudio cualquiera, sino que se define como un estudio de intervención aleatorizado, ya que los participantes se separaban de forma aleatoria en dos grupos, lo que minimiza los factores de confusión. El principal objetivo era estudiar a los niños y sus madres hasta los cuatro años de edad, siempre con la actividad cerebral.
En los resultados se pudo observar una mayor actividad en cuanto a funciones cognitivas, socioemocionales, de lenguaje o de atención cuando el niño se encontraba en una situación económica medianamente buena tras recibir la cantidad de dinero mensual.
A pesar de los buenos resultados, el estudio y las respectivas pruebas a realizarse cuando los niños cumplan los cuatro años de edad, ya que las pruebas serán mucho más amplias y completas, y por lo tanto, un aumento en la actividad cerebral.
Cuanta más pobreza, menos se aprende
El estudio relacionado con la actividad cerebral de los menores y la cantidad económica para mantenerlos va a más cuando hablamos de los países más vulnerables, donde la pobreza afecta de una manera mucho más cruel que en cualquier otra zona del mundo. Por eso, los expertos ya no solo recomiendan un apoyo financiero, sino la necesidad de abrir los ojos y mostrar cuál es la verdadera realidad a la que se enfrentan miles de familias.
Todos los niños necesitan un desarrollo cerebral de calidad durante la infancia, por lo que es necesario que las entidades y organizaciones sigan apostando por las iniciativas solidarias para ayudar.
La educación continúa siendo un derecho por el que todos podemos optar, no lo olvidemos nunca.
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