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La migración es un tema recurrente y ampliamente complejo en toda Europa, debido al constante flujo migratorio que experimenta. Mucho de este flujo se debe principalmente a guerras y conflictos armados que desestabilizan países vecinos, como puede ser el caso de Ucrania, u otros con una cercanía relativa. Pero no es lo único. Regímenes autoritarios, un futuro incierto para la juventud y diversas barreras para el desarrollo personal también impulsan a las personas a moverse.
En plena crisis migratoria en la Unión Europea, donde los miembros de la misma siguen sin ponerse de acuerdo en los siguientes pasos a dar con respecto a la migración y su gestión, divididos entre los que buscan bloquear del todo las fronteras y los que solicitan apoyo para desahogar las suyas, las políticas nacionales de algunos Estados miembros empiezan a materializar las dinámicas más restrictivas de las que ya se empezaba a hablar, como es el ejemplo de Alemania.
Alemania y su nuevo camino en materia de migración
El actual canciller alemán Olaf Scholz, lleva un tiempo preparando el terreno para la llegada de las reformas en materia de migración que el país irá integrando de forma progresiva desde este mes y durante el 2024. En una entrevista al medio alemán Spiegel, ya mostró parte de la dureza con la que se abordaría esta reforma, sobre todo en torno al derecho de asilo y la recepción de refugiados.
"Por fin tenemos que deportar a gente a gran escala", con estas palabras de Scholz se hizo el titular con el que se presentó la entrevista, unas palabras que son más bien una declaración de intenciones de un hecho que es cada vez más difícil de esconder y a la que tapar con eufemismos, que no es otro que Europa ya no quiere más migración y que la gestión de la ya existente se le ha hecho grande.
Las reformas que Scholz ha conseguido sacar adelante, a pesar de encontrarse con dificultades por el camino, han sido muy variadas, pero siempre dirigidas a un mismo fin. "Nuestro objetivo común es hacer retroceder la inmigración irregular", declaró el canciller alemán tras conseguir llegar a buen puerto con los cuerdos a los cuales calificó de "momento histórico".
Entre estas medias se incluyen varias de persuasión a la llegada de más migrantes, como endureciendo los requisitos de asilo, reduciendo las ayudas sociales a las personas migrantes, así como medidas que faciliten la deportación de personas. Pero esta ley sobre migración tiene una doble cara.
La falta de talento y la búsqueda de cualificación
En el otro lado de la moneda, Alemania se prepara para recibir una migración extracomunitaria "cualificada". Mientras le cierra las puertas a migrantes y refugiados, se las abre a aquellas personas con cualificación especializada con la que cubrir un mercado laboral cada vez más necesitado de este tipo de mano de obra. Con estas dos dualidades, Olaf Scholz ha conseguido sacar adelante su reforma con una lluvia de críticas y una situación muy tensionada en la UE.
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