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Al llegar a Bakú, el visitante percibe el característico olor a metano, fruto de la intensa actividad petrolera y gasística que rodea esta ciudad a orillas del Caspio. Este año, la capital de Azerbaiyán, con un pasado y presente marcados por los hidrocarburos, es sede de la COP29. En su apertura, el presidente Ilham Aliyev calificó al petróleo y el gas como “un regalo de Dios”, una declaración que generó controversia en la cumbre climática.
Bakú, industria y petróleo unidos
El olor a metano, resultado de las explotaciones petroleras y gasísticas, da la bienvenida a quienes llegan a Bakú, la capital de Azerbaiyán y sede de la COP29. Conocida como la ciudad petrolífera del mundo, la ciudad combina un pasado industrial emblemático con un presente aún dominado por los hidrocarburos.
En su discurso inaugural, el presidente Ilham Aliyev calificó al petróleo y el gas como "un regalo de Dios", una declaración que reflejó la identidad de este país del Cáucaso, hogar del primer pozo petrolero industrial, y que generó reacciones en la cumbre.
Un símbolo de este vínculo histórico es Villa Petrolea, la lujosa residencia construida en 1884 por los hermanos Nobel, pioneros de la industria petrolera. Rodeada por jardines, la mansión destaca como un vestigio del poder del "oro negro", en contraste con las transformaciones urbanas que buscan proyectar una nueva imagen de Bakú al mundo.
La "Ciudad Negra", contaminación del aire y la tierra
A finales del siglo XIX, Bakú era conocida como la "Ciudad Negra" por la contaminación que impregnaba el aire, la tierra y las edificaciones debido a la intensa actividad petrolera. Hoy, ese paisaje ha cambiado. El Gobierno de Azerbaiyán impulsa la transformación de este antiguo distrito industrial en la "Ciudad Blanca", un proyecto que busca borrar su oscuro pasado y convertirlo en un moderno y limpio centro urbano.
Este ambicioso plan abarca 1.650 hectáreas y albergará a más de 280.000 personas, integrando parques, edificios modernos y vestigios históricos como los antiguos tanques de petróleo y la Villa Petrolea, una casa construida por los hermanos Nobel. Aunque el petrolero sigue presente, la ciudad intenta proyectarse como un símbolo de renovación urbana.
La COP29 buscaba una nueva imagen de la ciudad
En Bakú, la modernidad se mezcla con la historia petrolera. Donde antes se encontraba la "Ciudad Negra", ahora hay amplios parques donde gatos callejeros pasean entre edificios de estilo europeo, desde avenidas que recuerdan a París hasta las icónicas cabinas y buzones británicos.
Esta transformación, sin embargo, no oculta la presencia de la industria fósil: los pozos petroleros siguen asomando en las aguas del Caspio y las refinerías continúan operando cerca.
A pesar de su modernización, Azerbaiyán sigue dependiendo en gran medida del petróleo y gas, que representan casi la mitad de su PIB.
En medio de esta contradicción, Bakú se presenta ante el mundo en la COP29, buscando proyectar una nueva imagen mientras sigue siendo un centro neurálgico de la industria energética.
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