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Los cambios no son sencillos para nadie. Al principio generan molestias y muchas quejas, pero una vez nos hemos adaptado, algunos de estos cambios suelen ser a mejor. A nivel global general, se ha iniciado una transición hacia modelos más sostenibles asentada en la famosa Agenda 2030 de las Naciones Unidas, donde uno de los puntos clave es la movilidad sostenible en las urbes para reducir la contaminación, ¿la principal aliada?: las bicicletas.
Una bicicleta que a los conductores puede resultar muy molesta, porque va mucho más despacio, porque apenas son visibles, porque son capaces de cometer más infracciones en la vía o porque son más vulnerables a un accidente. Todo esto, más el añadido de quitar carriles a los coches para que sean carriles bici, o plazas de parking para albergar las bicis eléctricas de los ayuntamientos, ha generado grandes molestias a un sector de la población, una molestia que ahora se ha hecho política.
La batalla cultural y política de las bicicletas
En países como Bélgica o Alemania nadie se plantea la reducción o la desaparición de las bicicletas del tráfico urbano, principalmente porque ese periodo de 'molestia' ya ha sido superado y los beneficios de su movilidad más económica y sostenible están asentadas en la mentalidad. Algo que no está ocurriendo en España, donde no solo parece estar lejos de asentarse, sino que además ha supuesto una mecha para encender nuevamente la batalla cultural que se está librando.
¿Cómo ha sido posible? La realidad es que todo ha estallado hace escasos días, cuando las alianzas de PP y Vox en distintos municipios y ayuntamientos empezaron a trabajar tras las victorias en las pasadas elecciones del 28M. Sus primeras políticas no se han hecho esperar, y no solo se han llenado titulares con las diversas censuras culturales que han estado promoviendo, sino también con la destrucción de infraestructuras para la circulación de bicicletas por la vía pública.
Desde carriles bici hasta nuevas instalaciones de bicis eléctricas, pasando por la eliminación de restricciones de movilidad, han sido algunas de estas medidas tomadas en ciudades como Gijón, Elche, Valladolid o Palma de Mallorca, para limitar el uso de bicicletas en la vía pública. ¿El argumento para hacerlo? "atentar contra la libre circulación de coches", según el nuevo Ejecutivo de PP/Vox. Por supuesto, la respuesta no se ha hecho esperar.
La contraofensiva
Dado que las medidas de ampliar zonas de cero emisiones, así como de promover alternativas de movilidad sostenible han sido siendo introducidas por partidos de izquierda, como el PSOE o Podemos en su momento en Madrid, la reinterpretación que se está pretendiendo hacer es señalar que ir en bici "es de izquierdas". Pero, ¿es esto real?, claro que no. Sin embargo, ambos polos del rin han decidido jugar a esto.
Mientras PP/Vox con su nueva capacidad ejecutiva, ejecutan actuaciones para limitar y precarizar la circulación de bicis en las urbes, paridos como PSOE o Sumar hacen campaña de esto para impulsarse como defensores, no solo de la movilidad sostenible, sino también de las bicicletas como bandera. Pero más allá de la batalla política están los ciudadanos, quienes por supuesto también se han querido hacer oír.
Hace unos días en Madrid tenía lugar una concentración de ciclistas para apoyar a los municipios que ven con temor la posibilidad de perder sus espacios para circular con seguridad. Todo esto sin olvidar las exigencias que vienen marcadas desde Bruselas, donde la política de la Unión Europea va dirigida a fomentar esta transición a través de fondos de apoyo, que ahora se han visto frenados para llegar a España por las medidas del Ejecutivo PP/Vox.
La base para entender la reivindicación 'cultural'
Pero, ¿Por qué hablamos de reivindicación 'cultural'? Bueno, esto hace más bien referencia a las ideologías que se manejan en cada sector político. La derecha, y sobre todo la ultraderecha de Abascal, se han mostrado contrarios a creer en el cambio climático, en la sostenibilidad, la unidad de Europa y poco les ha faltado para hacerlo también con los derechos humanos.
Las decisiones tomadas con respecto a las bicicletas en estos ayuntamientos, solo responden a este corte ideológico que no cree necesario una transición hacia modelos más sostenibles, algo que choca de lleno con las tendencias generales globales y que seguramente traiga complicaciones y multas para España desde Bruselas en un medio plazo.
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