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La mejor forma de salvar a las jirafas y mantener sanas y prósperas sus poblaciones es acabar con la caza furtiva con una aplicación eficaz de la ley que protege a esos animales de la actividad cinegética.
Esa es la principal conclusión de un estudio realizado por un equipo científico liderado por la Estación Biológica de Doñana (Estados Unidos) y la Universidad Estatal de Pensilvania y Wild Nature Institute (Estados Unidos). La jirafa es un icono de las sabanas africanas, reconocible por su forma y altura únicas y sus bellos patrones de manchas. Pese a de su popularidad en todo el mundo, se enfrenta a grandes retos para seguir sobreviviendo en libertad.
El número de esta especie y de otros animales grandes y emblemáticos, como elefantes y rinocerontes, ha caído en picado. Además, figuran ahora en la lista de especies en peligro de extinción.
Jirafas, especies grandes, longevas pero altamente amenazadas
En la actualidad, las jirafas caen a manos de los cazadores furtivos las matan para vender su carne y partes de su cuerpo en los mercados de carne de animales silvestres.
Además, están perdiendo su hábitat natural de sabana debido a la expansión urbana y agrícola, y también están sufriendo los estragos del cambio climático, el cual aumenta las lluvias torrenciales que ayudan a propagar enfermedades que causan la muerte de estas especies.
“Para conservar estas especies necesitábamos saber qué presiones naturales y humanas están afectando más en el declive de su población y si éramos capaces de emprender acciones para mitigar las amenazas”, comenta Maria Paniw, investigadora de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).
Para ello, el equipo científico se propuso investigar cómo afectaban los cambios en el uso del suelo, la caza ilegal y la pluviosidad a la abundancia de jirafas masái en la región de Tarangire (Tanzania), que alberga dos parques nacionales, un rancho ganadero dedicado al ecoturismo y varias aldeas con diferentes niveles de conservación de la tierra y la fauna.
Además, pusieron a prueba una serie de amenazas para la persistencia de las jirafas en este sistema, como:
- Expansión de las ciudades a lo largo de los límites de la zona de estudio.
- Pérdida de conectividad entre las zonas claves del hábitat.
- Mejora o reducción de la aplicación de la ley sobre la vida salvaje.
- Cambios en la presión de depredación sobre las crías de jirafa debido a cambios en las poblaciones de leones y ñus.
- Mayor frecuencia de episodios de lluvias torrenciales.
“Nuestro estudio demostró que el mayor riesgo de disminución de la población y extinción de las jirafas se debe a una aplicación más relajada de la ley sobre la fauna salvaje, lo que provoca un aumento de la caza furtiva”, sentencia Paniw.
“Una aplicación más dura de la ley mitigaría los efectos de los aumentos más extremos previstos de las lluvias torrenciales y la expansión de las ciudades”, añade Paniw.
La ganadería extensiva, beneficiosa para estas especies
Los problemas surgen cuando estos terrenos se convierten en granjas y las ciudades se extienden por el hábitat y obligan a las jirafas a desplazarse distancias más largas para encontrar comida y agua. También cuando se matan para los mercados donde se vende carne de animales salvajes.
El equipo científico recomienda endurecer la aplicación de la legislación sobre fauna salvaje en los territorios que se sitúan fuera del parque nacional, así como promover medios de vida legales para la gente local con el fin de reducir la necesidad percibida que puede constituir la caza furtiva como medio para obtener ingresos.
Además, también sería importante proteger de la agricultura, la minería y cualquier infraestructura los caminos que utiliza la fauna salvaje para desplazarse a hábitats de mejor calidad. “Con estas medidas, estimamos que la población de jirafas de la región de Tarangire aumentaría con el tiempo y esto ayudaría a la recuperación de esta especie en peligro, garantizando al mismo tiempo que las personas y estas especies prosperen de forma conjunta”, concluye Paniw.
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