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Cada vez más padres están intensificando la supervisión de sus hijos para prevenir el consumo de drogas. Controlan sus salidas, vigilan con quién se relacionan e incluso recurren a pruebas caseras para detectar sustancias ilícitas. Sin embargo, un nuevo tema de preocupación se ha colado en la conversación familiar: el CBD o cannabidiol. Este compuesto derivado del cannabis se promociona como una sustancia inofensiva y relajante, lo que ha impulsado su consumo entre los adolescentes. Su presentación en formatos llamativos como gominolas, vaporizadores y aceites, junto con su accesibilidad y bajo costo, lo convierten en una opción atractiva para los jóvenes.
La legalidad y la percepción del CBD
En España, la venta de productos con CBD es legal siempre que contengan menos del 0,2% de THC, el componente psicoactivo del cannabis responsable de la euforia. No obstante, la Ley 28/2005 prohíbe su venta a menores de 18 años, al equipararlo con productos que imitan el tabaco. A pesar de esta restricción, muchos adolescentes consiguen acceder a estos productos, lo que genera dudas entre los padres: ¿es realmente una sustancia inofensiva?
Un estudio publicado en el International Journal of Molecular Sciences en marzo de 2023 alerta sobre el desconocimiento en torno al efecto del CBD en el desarrollo cognitivo y emocional de los jóvenes. Si bien el THC ha sido ampliamente estudiado, el cannabidiol aún plantea interrogantes. Algunas investigaciones sugieren que podría aumentar la ansiedad y afectar la interacción social. Aunque también se ha asociado con la reducción del malestar en jóvenes con trastornos psicológicos, no existen estudios concluyentes sobre su seguridad a largo plazo.
Experiencias familiares y dilemas
Alejandra, madre de dos adolescentes de 16 y 18 años, comparte su experiencia. Hace meses descubrió que su hijo menor consumía marihuana y, tras detectar la sustancia con un test casero y varias discusiones, logró que dejara de hacerlo. Sin embargo, recientemente se enteró de que su hijo podría estar usando CBD. “Lo niega constantemente y no hay forma de detectarlo en un test, porque no siempre deja rastros si no se consume en grandes cantidades”, comenta. La incertidumbre la atormenta: “No sabemos si estamos exagerando o si realmente es un problema”.
La psicoterapeuta Norka Malberg subraya que los jóvenes recurren a esta sustancia en busca de alivio para el estrés, la ansiedad y el aislamiento social. Al ser una sustancia legal y de fácil acceso, muchos la consideran una alternativa sin riesgos. Sin embargo, Mercedes Rodríguez, directora de Proyecto Hombre Madrid, advierte que la FDA ha señalado posibles efectos adversos como problemas hepáticos, alteraciones del estado de ánimo e incluso interferencias en la fertilidad masculina.
El riesgo de la normalización
Rodríguez también alerta sobre cómo el uso del CBD puede afectar los tratamientos de desintoxicación del cannabis. “Hemos observado que puede provocar recaídas en jóvenes que intentan dejar el THC”, explica. Por otro lado, Malberg menciona que, aunque no hay evidencia científica de que esta sustancia conduzca al consumo de otras drogas, sí se ha detectado una alternancia entre esta y THC en adolescentes con ansiedad y depresión.
Frente a la polémica, algunos defienden su uso. Carolina, madre de una adolescente con trastorno de personalidad, asegura que el CBD es la única sustancia que ha ayudado a su hija a mantener la estabilidad emocional. Si bien existen estudios preliminares que sugieren un posible impacto positivo en ciertos trastornos neurológicos, los expertos insisten en la necesidad de más investigaciones antes de considerarlo una opción terapéutica segura.
El CBD ha ganado popularidad entre los adolescentes debido a su accesibilidad y la percepción de que es una sustancia inofensiva. Sin embargo, la falta de estudios concluyentes sobre sus efectos a largo plazo y su posible impacto en la salud mental genera inquietud en las familias.
Ante este escenario, los expertos recomiendan un enfoque basado en la educación y el diálogo, más que en la prohibición estricta, para comprender mejor las motivaciones de los jóvenes y abordar la problemática con responsabilidad.
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