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El Parque Nacional de Doñana enfrenta una alarmante situación en sus recursos hídricos, con un sector de su acuífero, el denominado Sur de Villamanrique, alcanzando niveles históricos mínimos por primera vez en más de una década. Este preocupante dato, recogido en el informe hidrológico 2023-2024 de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), refleja la gravedad de la sobreexplotación y los efectos del cambio climático en la región.
El acuífero de Doñana, dividido en 16 sectores según criterios hidrogeológicos y de control de extracciones, había registrado un precedente similar en el periodo 2012-2013, cuando el sector de Cabecera Sur de la Rocina también presentó niveles mínimos históricos. Desde entonces, ningún otro sector había alcanzado una situación tan crítica, lo que subraya la excepcionalidad del deterioro registrado en el último año hidrológico.
Impactos del cambio climático y la actividad humana en Doñana
Además del sector en mínimo histórico, el informe destaca que otros ocho sectores del acuífero se encuentran en estado de alarma. Esta problemática no es nueva: durante años, sectores clave del acuífero han mostrado niveles alarmantes, pero la situación ha empeorado en los últimos ciclos hidrológicos. Por ejemplo, en 2021-2022, nueve sectores estaban en alarma, cifra que aumentó a 11 en 2022-2023, antes de descender ligeramente a ocho en el último periodo, aunque ahora con el añadido del mínimo histórico de Sur de Villamanrique.
Los sectores actualmente en estado de alarma incluyen Cabecera Norte de la Rocina, Ecotono Norte, Zona Norte, Norte del Rocío, Norte Arroyo de la Rocina, Sector Intermedio, Cabecera Sur de la Rocina y Abalario. En conjunto, el acuífero de Doñana se clasifica en estado de alerta, un nivel crítico que ya se había registrado en otros años, como 2013-2014, 2014-2015 y los dos últimos periodos hidrológicos.
El responsable de la Oficina de SEO/BirdLife en Doñana, Carlos Davila, ha señalado que la combinación de factores climáticos adversos, como la escasez de lluvias y el aumento de las temperaturas, junto con actividades humanas no sostenibles, está llevando a un punto de no retorno. Según Davila, la región enfrenta una transformación del clima que convierte los años considerados secos en el pasado en la nueva norma, mientras que las actividades agrícolas intensivas y el turismo masivo no han sido adaptados a esta realidad.
Esta crisis hídrica tiene repercusiones ecológicas significativas. Un estudio de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) advierte que la reducción del período de inundación de las marismas está afectando gravemente a las poblaciones de aves acuáticas. El censo de enero de 2024 registró el menor número de aves invernantes en la historia, con una caída superior al 70% en especies emblemáticas como el cuchara común, el ánade silbón, la cerceta común y el ánade rabudo.
Medidas urgentes para la preservación del ecosistema
Ante esta situación, SEO/BirdLife ha instado a una acción conjunta e integral de las administraciones públicas, los sectores productivos y la sociedad civil. Entre las medidas propuestas, destacan la implementación del Plan especial de ordenación de cultivos en regadío al norte de la corona forestal de Doñana, así como el cumplimiento del Plan de Recuperación y Conservación de Aves de Humedales por parte de la Junta de Andalucía. Asimismo, recuerdan la necesidad de respetar los compromisos adquiridos en el marco del Plan de Gestión de la Red Natura 2000.
El futuro de Doñana depende de decisiones urgentes y responsables que garanticen un equilibrio entre las necesidades humanas y la preservación de uno de los ecosistemas más valiosos de Europa. Sin medidas efectivas, el deterioro del acuífero y su impacto en la biodiversidad serán cada vez más difíciles de revertir.
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