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Las poblaciones de mariposas en Cataluña (nordeste de España) regulan mejor su temperatura tomando el sol que sus homólogas de Reino Unido, pero el calentamiento global puede exponer a aquellas a un mayor riesgo de extinción.
Esa es la conclusión principal de un estudio internacional liderado por la Universidad de Cambridge y el Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona, y publicado este martes en la revista ‘Journal of Animal Ecology’.
En Cataluña, tienden a inclinar sus alas hacia el sol para calentarse a temperaturas más bajas, mientras que las británicas dependen más de encontrar microclimas cálidos.
El calentamiento global pone en jaque la supervivencia de las mariposas a pesar de sus mecanismo de adaptación
Sin embargo, a medida que aumentan las temperaturas ambas poblaciones adoptan un comportamiento de evitación del calor. Con el calentamiento global, las mariposas británicas pueden beneficiarse inicialmente, mientras que las españolas tal vez no puedan sobrevivir si no son capaces de adaptarse lo suficientemente rápido.
No obstante, la pérdida de hábitat, particularmente en Reino Unido, es una amenaza igualmente importante para las mariposas. Los hábitats diversos ofrecen a esos insectos una mayor variedad de microclimas.
Como todos los insectos, estas especies son de sangre fría y utilizan su entorno para regular su temperatura interna. Comprender cómo regulan su temperatura es importante para predecir qué especies corren mayor riesgo de sufrir los efectos del cambio climático.
En un estudio publicado en 2020, varios de los mismos investigadores del nuevo trabajo demostraron que existen variaciones significativas en la capacidad de las diferentes especies de mariposas de Reino Unido para mantener una temperatura corporal adecuada. Las especies que dependen principalmente de la sombra para mantenerse frescas corren el mayor riesgo de que su población disminuya debido al cambio climático y la pérdida de hábitat.
"El primer estudio realizado en Reino Unido demostró que las mariposas son bastante buenas para regular su temperatura corporal en este clima más frío, pero queríamos ver si en un clima más cálido, como el de España, están haciendo algo diferente", apunta Eric Toro, del IBE, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra.
Andrew Bladon del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge, subraya: "En España, las mariposas pasan mucho más tiempo a su temperatura óptima porque hace más calor, pero también existe un mayor riesgo de sobrecalentamiento".
Sin embargo, las comunidades difieren en el uso de mecanismos para evitar el calor y las poblaciones británicas dependen más de los microclimas para la termorregulación en comparación con las poblaciones catalanas.
Muchos paisajes del Reino Unido no ofrecen una diversidad suficiente de ambientes térmicos, con áreas alternas de sombra y sol. En el caso de las mariposas británicas que dependen de microclimas para regular la temperatura corporal, la pérdida de hábitat y biodiversidad es una gran amenaza. En Cataluña, una de las razones por las que regulan mejor su temperatura podría ser porque tienen muchas más opciones térmicas a su disposición.
Cambio climático y pérdida de biodiversidad, algo que va de la mano
“En el estudio del Reino Unido, el equipo de Cambridge descubrió que el tamaño de las alas estaba relacionado con la capacidad de una especie para regular su temperatura corporal, y que las especies con alas grandes lo hacían mejor. Esperábamos encontrar un resultado similar en España, pero no fue así. Probablemente esto se deba a que, en un país cálido como España, la capacidad de evitar el calor es preferible y las alas pueden jugar un papel menos relevante en esto que en el calentamiento”, concluye Toro.
Los investigadores señalan que, más allá del aumento de las temperaturas, las mariposas también corren el riesgo de sufrir impactos climáticos asociados, como sequías u olas de calor. Estos fenómenos meteorológicos extremos no solo pueden empujar a las mariposas más allá de sus límites térmicos, sino que también pueden matar las plantas de las que dependen sus orugas.
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