La actividad cerebral se intensifica en los momentos previos a la muerte, incluso en personas con demencia. Estudios muestran que estos episodios de lucidez pueden ocurrir antes del fallecimiento.
Un estudio de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan ha demostrado cómo la espiritualidad y los pensamientos de uno mismo pueden ayudar a mejorar la calidad de vida, una forma de vida más allá de lo común.