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Cuando hablamos de bioacumulación, nos referimos a que los contaminantes tóxicos que utilizamos los humanos, pueden y ponen en riesgo la salud humana y la de todo el planeta.
Nosotros nos encontramos dentro de la cadena trófica, por lo que también quedamos altamente expuestos a ingerir aquello que utilizamos para combatir plagas de mosquitos o crear un determinado proyecto, artículo, etc.
Para entenderlo mejor, hablamos del proceso que tiene que ver, entre muchos otros, con la contaminación por mercurio, que afecta a pescados azules, porque contienen altas cantidades, y que, aunque los pesquemos y cocinemos, acaban en el organismo humanos tras ingerirlos.
La bioacumulación destruye la salud y los ecosistemas, de los que subsiste la humanidad
Actualmente, se han conseguido avances, y se sigue trabajando para disminuir la bioacumulación, con legislaciones, por ejemplo, que prohíben verter determinados productos al medio acuático.
Este tipo de medidas ayuda a reducir el nivel de compuestos tóxicos que se acumulan (bioacumulación), en toda la cadena alimentaria.
Entre los causantes de este tipo de contaminación nos encontramos a los componentes pesticidas, y otros contaminantes químicos que el organismo de los seres vivos es capaz de retener, y transmitir.
Y no solo eso, sino que las condiciones meteorológicas normales, como la lluvia, pueden hacer que la escorrentía traslade los componentes de tierras tratadas con pesticidas hacia arroyos, ríos, estuarios, y finalmente, el mar.
Es de esta forma cuando entran en contacto con el resto de fauna y flora, pues el recorrido es extenso y se extiende y se retiene con fácilidad.
Por otro lado, las chimeneas industriales y las emisiones de los automóviles por la quema de combustible fósil, también causan bioacumulación, pues dichos 'vapores' acaban volviendo a la tierra en forma de precipitaciones. Asimismo, la descarga deliberada de desechos en ríos, es sinónimo de contaminación química.
Llegados a este punto, y conociendo el concepto de bioacumulación, te traemos otro término, el de biomagnificiación, que se da cuando el contaminante se encuentra en el agua, o suelo y es cuando hace su entrada en la cadena alimentaria.
El orden de entrada de estos contaminantes es así:
- Fitoplancton
- Zooplancton
- Resto de animales en la cadena alimentaria
- Humanos
Y aunque la cantidad de contaminantes sea mínima, la biomagnificación se da, porque se da acumulación, lo que acaba por causar graves daños a organismos superiores de la pirámide alimenticia.
El DDT de los años 70
La historia no nos permite borrar, y menos mal, lo acontecido con este tipo de contaminación, que dio lugar a biomagnificación, pues aquí nos muestra como el insecticida conocido como DDT (diclorodifeniltricloroetano) se usaba para control de plagas de mosquitos y otros insectos hasta la mitad de la década de los 70.
Este producto era altamente tóxico, y la lluvia lo llevaba hasta las corrientes de agua, por lo que se daba bioacumulación en los organismo, que dio lugar a la biomagnificación por la cadena alimentaria, alcanzando niveles altísimos.
Y es que, este contaminante alcanzó a los peces, que eran alimento de aves rapaces y marinas, y eran tales los niveles, que las cáscaras de los huevos que ponían dichas aves afectadas lo contenían, por lo que los progenitores rompían los huevos y los polluelos morían, dándose un desplome importante de las poblaciones de aves como águilas calvas, halcones peregrinos, pelícanos marrones y garzas.
Finalmente, el DDT se prohibió en EEUU en 1972, y de forma sucesiva en el mundo entero. Gracias a frenar esta bioacumulación, se pudo recuperar las poblaciones de las aves rapaces y marinas afectadas.
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