Además de la pérdida de audición, los altos niveles de ruido provocan problemas psicológicos, como insomnio, estrés o ansiedad, pero también fisiológicos, como aumento de la frecuencia cardíaca o colitis e incluso la muerte.
Un grupo internacional de sismólogos ha revelado que el año más silencioso ha sido el 2020, porque el ruido ambiental generado por los humanos cayó un 50 %.
Los niveles de ruido ambiental están relacionados en una relación estadísticamente significativa con el número de casos y hospitalizaciones por COVID-19.