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En El síndrome de Maripili (2006), Carmen García Ribas describe a Maripili, una mujer que busca complacer a todos y ser perfecta en todos los roles que desempeña en su vida, lo que le genera un agotamiento físico y mental. Se desmorona al enfrentar el rechazo o la crítica.
El propósito del libro es identificar el síndrome de Maripili para superar las actitudes de autosabotaje. La autora lo define como un fenómeno inconsciente que afecta tanto a mujeres universitarias como profesionales.
Superar el síndrome de Maripili: empoderamiento y autenticidad en el liderazgo femenino
En El síndrome de Maripili (2006), Carmen García Ribas analiza a Maripili, una mujer que, sin importar su edad, se esfuerza por agradar a todos y ser excelente en cada rol que desempeña, lo que la lleva a un agotamiento físico y emocional. Su bienestar se ve afectado por el miedo al rechazo, lo que provoca que se derrumbe ante cualquier crítica.
El objetivo del libro es identificar este patrón del síndrome de Maripili para superar el autosabotaje. La autora describe este fenómeno como un sabotaje inconsciente que afecta tanto a mujeres universitarias como profesionales.
Este miedo a no ser aceptadas y a no cumplir con las expectativas ajenas limita su desarrollo personal y profesional. García Ribas critica la tendencia de muchas mujeres a adoptar imposturas para ajustarse a un modelo considerado más aceptado socialmente.
La autora resalta el valor que las características femeninas aportan al ámbito empresarial y social, y subraya que el liderazgo femenino tiene la capacidad de generar tendencias tanto en el ámbito empresarial como político. En su labor educativa, García Ribas ha impartido un Máster en Liderazgo Femenino en la Universidad Pompeu Fabra, con el objetivo de ayudar a las mujeres a gestionar sus miedos y potenciar su talento, posicionándolo al mismo nivel que el masculino.
Para lograr superar el síndrome de Maripili, es fundamental equilibrar razón y emoción, cualidades tradicionalmente asociadas al masculino y al femenino, respectivamente.
Por su parte, Andrea Acha, periodista y formadora de emprendedoras, señala que el liderazgo femenino no debe ser visto como una versión suavizada del tradicional, sino como una forma genuina que puede incluir empatía, escucha activa y colaboración.
Acha afirma que lo esencial es que cada persona, sin importar su género, lidere de acuerdo a sus valores, sin ajustarse a modelos preestablecidos, promoviendo un entorno de trabajo más diverso y enriquecedor.
¿Cómo podemos superar el miedo a no gustar?
Es crucial dejar de buscar la aceptación externa y confiar en nuestra autenticidad. Al enfocarnos en agradar a los demás, nos alejamos de lo que realmente somos y podemos aportar, según Andrea Acha.
A menudo, callamos lo que pensamos por miedo a causar conflictos o incomodar a otros. Sin embargo, reprimirnos solo aumenta la frustración interna, lo que puede llevarnos a explotar de manera destructiva, como explica Alba Cardalda en Cómo mandar a la mierda de forma educada. Así, establecer límites de manera asertiva y empática es clave para evitar este desgaste emocional y mejorar nuestras relaciones.
Una relación con el poder
El deseo de agradar también está relacionado con el poder. Las cualidades valoradas en el mundo profesional, como la asertividad y la confianza, se asocian con los hombres, mientras que las mujeres suelen ser juzgadas por no ser "suficientemente agradables". Sheryl Sandberg habla del "likeability penalty", donde las mujeres pierden aceptación al asumir roles de liderazgo.
Para superar el síndrome de Maripili, las mujeres deben abrazar la asertividad, pero también es necesario cambiar las expectativas sociales sobre cómo debe ser una mujer en el poder. La responsabilidad no debe recaer solo sobre ellas, sino que la sociedad debe revaluar estos roles.
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