¿Son realmente fieles los pingüinos? Así es su vida amorosa según la ciencia

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26/04/2025 - 10:00
Pareja de pingüinos emperador junto a su cría

Lectura fácil

Durante años, el imaginario colectivo ha dibujado a los pingüinos como símbolos de amor eterno. Desde documentales de naturaleza hasta películas animadas como Madagascar (2005), estas aves marinas han sido retratadas como ejemplos de fidelidad y compromiso con la pareja y la familia.

Sin embargo, la realidad que revela la ciencia es un poco más compleja: aunque muchas de estas especies exhiben comportamientos monógamos, eso no significa que sean sexualmente fieles en sentido estricto.

La monogamia en el mundo animal: una excepción, no la regla. Así funcionan los pingüinos

En el reino animal, la monogamia es bastante rara, pero entre las aves es sorprendentemente común. De hecho, según la organización WWF, alrededor del 90% de las especies de aves son monógamas, al menos durante una temporada. En el caso de los pingüinos, esta estrategia tiene una lógica evolutiva clara: en ambientes hostiles y con recursos limitados, mantener una pareja estable puede aumentar significativamente las probabilidades de éxito reproductivo.

Algunas especies como la de Adelia (Pygoscelis adeliae) y los emperador (Aptenodytes forsteri), vuelven año tras año a las mismas colonias de cría tras largos meses en el mar. Allí se reúnen con sus antiguas parejas para reproducirse, como si de una historia de amor épica se tratase. Esta constancia les permite ahorrar energía y aumentar la eficiencia en el cuidado de las crías.

¿Fidelidad? Solo hasta cierto punto

Pero la historia cambia cuando se mira con lupa. Muchas especies, aunque mantienen una pareja durante la temporada de cría, no descartan la posibilidad de copular con otros individuos antes de asentarse. Así lo explica Emma Mark, ecóloga evolutiva de la Universidad de Auckland: “Los pingüinos no son sexualmente monógamos. Muchos copulan con otros miembros de la colonia, incluso si ya tienen pareja, lo que puede generar tensiones y situaciones dignas de una telenovela.”

Este comportamiento también se observa cuando un macho no regresa a tiempo a la colonia. En tales casos, la hembra no espera indefinidamente. Se aparea con otro macho, dado que las oportunidades reproductivas son escasas y limitadas a una vez al año. Si el macho original vuelve, el triángulo amoroso puede derivar en enfrentamientos violentos.

En un estudio de 2000 llevado a cabo por el Centro Nacional Patagónico (COCINET) y la Wildlife Conservation Society con pingüinos barbijo (Pygoscelis antarctica), se descubrió que aproximadamente el 82 % de las parejas se mantenían juntas entre temporadas consecutivas. Sin embargo, este “compromiso” dependía en gran medida del éxito reproductivo anterior. En otras palabras, si el año fue bueno, la pareja sigue. Si no, toca buscar nuevo compañero.

Este fenómeno fue también documentado en 1992 por los investigadores Williams y Rodwell. Su trabajo con los pingüinos de Adelia reveló que las hembras tienden a cambiar de pareja si el macho no tuvo éxito en la temporada previa. En el mundo de esta especie, el rendimiento cuenta: si la reproducción falla, el vínculo se rompe.

Diversidad de estrategias reproductivas

Aunque la monogamia social es común entre los pingüinos, también se han observado comportamientos polígamos. En algunas circunstancias —como un desequilibrio en la proporción de sexos—, pueden surgir dinámicas de poliginia (un macho con varias hembras) o poliandria (una hembra con varios machos), aunque estos casos siguen siendo poco frecuentes.

El delicado equilibrio de estas relaciones también se ve amenazado por factores ambientales. La reducción de poblaciones de kril debido al cambio climático y la pesca industrial, así como las alteraciones en el hielo marino, están provocando que esta especie se desplace a nuevas zonas de cría. Esta reubicación forzada interfiere en la capacidad de las parejas de reunirse y perpetuar su relación, afectando negativamente al éxito reproductivo.

Menos romanticismo, más realismo

Los pingüinos, a pesar de su fama de románticos empedernidos, muestran una flexibilidad notable en sus comportamientos reproductivos. Su aparente fidelidad está profundamente influida por factores ecológicos, reproductivos y sociales. Así que, aunque puedan inspirar ternura y admiración, su mundo está lejos de ser idílico. Lo importante, más allá de la fidelidad, es garantizar su supervivencia en un planeta cambiante.

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