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Así se desprende de un estudio realizado por Nickel, donde se refleja cómo la violencia financiera es una realidad social aún invisible para los ciudadanos. En concreto, la percepción de la violencia económica no cambia entre géneros: el 40,7 % de las mujeres no es consciente, muy similar al 41,3 % de los hombres.
Por grupos de edad, los más concienciados de esta realidad social son los adultos de 31 a 50 años (62,1 %), seguido de los más jóvenes de 18 a 30 años (58,6 %). Por último, los menos conocedores de esta realidad (46,1 %) son los mayores de 65 años.
En cuanto a capacidad de ahorro, el informe también muestra serias brechas de género. El 33,7 % de las mujeres reconoce tener que invertir más del 50 % de su salario en gastos fijos como alquiler, hipoteca, pago de seguros, servicios de telefonía o internet, electricidad, agua, etc. Son seis puntos porcentuales más que los hombres (27,9 %). Incluso, el 20,7 % de las mujeres confiesa no tener nada ahorrado, frente al 17,9 % de los hombres, tres puntos porcentuales menos.
Asimismo, su poca capacidad de ahorro tiene un gran impacto para las mujeres, también a nivel psicológico: al 58 % le preocupa que lo que tiene ahorrado no le llegue para afrontar un imprevisto y al 21,7 % le preocupa mucho su situación actual y asegura que le está afectando a su salud mental.
En este punto, las mujeres tienen una peor percepción del pronóstico de su situación económica para este año 2025, solo el 32 % de las mujeres espera que su situación mejore, frente al 40,8 % de los hombres, una diferencia de 9 puntos porcentuales.
¿Qué es la violencia económica y cómo afecta a las víctimas?
La violencia económica es una forma de maltrato que se basa en el control de los recursos financieros para someter o limitar la independencia de una persona. Se da principalmente en relaciones de pareja, aunque también puede ocurrir en otros ámbitos familiares o laborales.
Este tipo de violencia puede manifestarse de varias formas, como impedir que la víctima trabaje, controlar sus ingresos, restringir el acceso a cuentas bancarias o endeudarla sin su consentimiento. Su objetivo es generar dependencia y limitar la capacidad de la persona para tomar decisiones autónomas sobre su vida.
Un problema poco reconocido por la sociedad
A pesar de su impacto, más del 40 % de los españoles no sabe qué es la violencia económica ni cómo identificarla. Esta falta de conocimiento se debe a varios factores:
- Escasa información y concienciación: No se habla lo suficiente sobre este problema en los medios de comunicación ni en programas educativos.
- Normalización del control financiero en las relaciones: Muchas personas creen que es normal que un miembro de la pareja gestione todo el dinero.
- Dificultad para reconocer el abuso: A diferencia de la violencia física o verbal, la violencia financiera es más sutil y difícil de detectar.
El desconocimiento de este problema hace que muchas víctimas no denuncien o no busquen ayuda, prolongando así su situación de vulnerabilidad.
Medidas para prevenir y combatir la violencia económica
Para erradicar esta forma de violencia, es fundamental implementar medidas de prevención y apoyo a las víctimas:
- Educación financiera y de igualdad: Incluir formación sobre gestión del dinero y derechos en la escuela y en programas de concienciación.
- Refuerzo legal y mayor protección: Asegurar que las leyes contemplen y castiguen la violencia económica dentro de los casos de violencia de género.
- Campañas de sensibilización: Informar a la sociedad sobre este problema para que las víctimas puedan reconocerlo y pedir ayuda.
- Apoyo a la independencia económica: Fomentar el acceso al empleo y la autonomía financiera de las mujeres para evitar situaciones de dependencia.
Es necesario un esfuerzo conjunto de las instituciones, la sociedad y los medios de comunicación para visibilizar la violencia económica y erradicarla.
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