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Los polluelos de aves del bosque son significativamente más pequeños y tienen más probabilidades de morir por calor extremo en comparación con las crías de aves urbanas.
Así lo refleja la conclusión de un nuevo estudio, uno de los primeros en medir el impacto de la urbanización y la crisis climática en los animales vertebrados salvajes.
Los resultados, publicados este miércoles en la revista 'Frontiers in Ecology and Evolution', sugieren que la crisis climática, y en este caso el calor extremo puede estresar particularmente a los animales en entornos naturales.
El calor extremo afecta porque hay aves más susceptibles a el
El carbonero común, un pájaro cantor común, es un modelo útil porque hay poblaciones que habitan tanto en los bosques como en las urbanas.
A pesar de que las ciudades amplifican los efectos del clima cálido, debido a las llamadas islas de calor, las aves en estos hábitats parecen haberse adaptado al calor, lo que indica que las poblaciones naturales pueden ser más susceptibles a la crisis climática.
"Nuestros resultados sugieren que las poblaciones naturales pueden ser más vulnerables al calor extremo más frecuente", apunta Ivett Pipoly, de la Universidad de Pannonia (Hungría).
"Ya conocemos varios cambios ambientales a los que las poblaciones urbanas se han adaptado, o se están adaptando, en las ciudades. Es interesante que las personas urbanas también puedan adaptarse mejor a la crisis climática, tal vez porque tienen más experiencia con el calor extremo ya que viven dentro de la isla de calor urbana", añade Pipoly.
Las ciudades son más calientes que su entorno natural porque producen y atrapan más calor. Este efecto de isla de calor urbano puede ser letal para las poblaciones humanas durante condiciones climáticas extremas, pero se sabe menos sobre los impactos del calor extremo para los animales.
Para investigar tales efectos, Pipoly y sus colegas instalaron cientos de cajas nido en dos ciudades húngaras y también en bosques cercanos junto con dispositivos para medir la temperatura.
Entre 2013 y 2018, el equipo observó un total de 760 nidadas y midió el tamaño de los polluelos de dos semanas y su supervivencia.
Aunque hubo más días calurosos y temperaturas más altas dentro de las ciudades, estos polluelos no se vieron afectados o incluso mostraron ligeros beneficios.
Sin embargo, los del bosque eran más pequeños y menos propensos a sobrevivir a medida que aumentaba la cantidad de días extremadamente calurosos.
Las tendencias preocupan, porque se debe seguir investigando para saber si se mantendrán en otras especies y lugares
Se necesitan más experimentos para comprender cómo las aves urbanas soportan temperaturas más altas y por qué las aves del bosque las sufren más.
También se desconoce cómo responden estas poblaciones al frío extremo y puede ser que la mejora de la tolerancia al calor haya comprometido la resistencia al frío de las aves urbanas.
Aunque los mecanismos aún no están claros, estos resultados resaltan la fragilidad de las poblaciones naturales y la necesidad de comprenderlas y protegerlas mejor.
Con respecto al efecto del calor extremo, Pipoly apunta que "podríamos escuchar sobre eventos de mortalidad masiva más frecuentes de aves silvestres del desierto, murciélagos e incluso grandes herbívoros en la actualidad, lo que podría ser una consecuencia de la vulnerabilidad de las poblaciones naturales a las altas temperaturas".
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