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Yerada (Marruecos), 30 dic (EFE).- Cientos de mineros informales de la región carbonífera de Yerada, en el noreste de Marruecos suspendieron su trabajo tras la muerte de dos de ellos el viernes pasado, para denunciar una actividad que cada año se cobra varias víctimas.
Según cifras oficiales de las autoridades locales, al menos 17 trabajadores perdieron su vida en las minas desde 2003.
Por su parte, el representante regional de la Confederación Democrática del Trabajo (CDT), Abdelilah Laaraj, dijo que un total de 43 de personas murieron en accidentes de minas clandestinas desde 1998.
Por su parte, Ahmed Mojtari, habitante de Yerada y minero veterano, lamentó los múltiples riesgos que enfrentan los obreros.
"Aparte del riesgo para su vida al que se enfrentan estos trabajadores a diario, no hay ni una familia en Yerada que no tenga más de un miembro afectado por silicosis", explicó a Efe Mojtari.
La neumoconiosis o silicosis parece la "bestia negra" de los habitantes de esta ciudad carbonífera, y pese a que cuenta con un centro hospitalario de la misma especialidad, los obreros jubilados se lamentan de que los afectados por la enfermedad reciben pocas indemnizaciones.
Yerada es una ciudad obrera que fue construida en los años veinte del siglo pasado tras el descubrimiento de yacimientos carboníferos. Los habitantes consultados por Efe coincidieron en que la zona vivió un auge económico y cubría un 45 % de las necesidades energéticas del resto del país.
La crisis económica comenzó en 1998, año en el que cerró la sociedad "Charbonnages du Maroc" que operaba en la zona por los costes altos y al percatarse que le salía más rentable importar el mineral desde fuera que producirlo.
Desde entonces, los miles de mineros que trabajaban en la empresa optaron por el éxodo hacia otras regiones en busca de alternativas, y muchos otros prefirieron dedicarse a la extracción artesanal de minas clandestinas.
Esto ha acarreado la aparición de una multitud de minas artesanales dispersas en las afueras de Yerada, cuyos habitantes diferencian cada zona según el espesor de la antracita extraída y la profundidad del pozo que, puede superar los 80 metros.
Estos agujeros constituyen el fruto de un trabajo que dura al menos un año de excavación hasta el descubrimiento del mineral; ocurre también que las excavaciones sean en vano si no se encuentra al carbón o tras el afloramiento de agua, pues la zona dispone de la mayor reserva de acuíferos subterráneas del norte de África.
Abdelfattah, Jáled y Belqasem son algunos de los jóvenes de la zona que se dedican a la extracción de carbón por 100 o 150 dirhams (unos 13 euros) al día, recuerdan el miedo que pasan dentro de los pozos y agradecen la suerte de salir vivos tras cada día de trabajo.
"El minero del carbón trabaja pero tiene siempre el riesgo de que se desprenda el pozo, o de ser arrastrado por una fuerte corriente de agua o de morir asfixiado por una fuga de gas. Cuando bajamos no sabemos si vamos a volver o no", explicaba a Efe Abdelfattah Chahlal desde la llamada zona "Pozo F", de unos 40 metros de profundidad.
Con medios rudimentarios, Abdelfattah entra al pozo, donde permanece casi todo el día para sacar carbón y llenar grandes sacos de unos cincuenta kilos con el fin de venderlos a los mayoristas, una operación en la que participan al menos cinco personas.
"Si no trabajas en las minas, no tienes nada que comer. No existe otra alternativa", comentó por su parte a Efe Jaled, otro habitante de Yerada que se dedica a la minería.
Los mineros suspendieron su actividad en los últimos días en protesta por la muerte de dos hermanos, de 23 y 30 años, que quedaron atrapados en un pozo.
El accidente desató un movimiento de protestas sociales y sacó a diario a miles de personas a la calle para denunciar el abandono en el que vive su zona.
Estas protestas se intensificaron con la incorporación de manifestantes de otras comarcas cercanas a Yerada.
Las principales reivindicaciones se centran en pedir alternativas económicas y sostenibles para la zona y tarifas reducidas en las facturas de agua y luz para una zona que produce energía.
Según varias fuentes sindicales y políticas, la provincia de Yerada, de más de 108.000 habitantes, tiene las tasas más altas de desempleo de Marruecos, con más del 24 %.
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Por Fátima Zohra Bouaziz
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