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Un estudio en el que participó la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) identificó una bacteria que impide que el parásito de la malaria complete su ciclo dentro de los mosquitos, lo que proporciona un arma adicional contra la propagación de esta enfermedad en el mundo.
Según informó el centro universitario, la utilización de microorganismos para controlar las enfermedades transmitidas por mosquitos fue utilizada con anterioridad. Sin embargo, la mayoría de los métodos para bloquear el desarrollo de los parásitos del género ‘Plasmodium’ que causan la malaria, transmitidos por diferentes especies de mosquitos, se basaron en bacterias modificadas genéticamente.
La bacteria ‘Delftia tsuruhatensis’, que se presenta en esta nueva investigación publicada en la revista ‘Science’, inhibe al parásito de la enfermedad y está presente de forma natural en el medio ambiente. Los autores del estudio se toparon con el microbio de forma casual después de comprobar que una colonia de mosquitos, utilizada en otra investigación de la farmacéutica GSK para el desarrollo de nuevos fármacos, eran cada vez más difíciles de infectar con ‘Plasmodium’.
La malaria, al borde de estar controlada gracias a una investigación con una bacteria natural en los mosquitos transmisores
Posteriormente, comprobaron que todas las muestras contenían una cepa bacteriana llamada ‘Delftia tsuruhatensis TC1’ que frenaba el crecimiento de ‘Plasmodium’ en el intestino del mosquito, donde el parásito se desarrolla antes de pasar a las glándulas salivales del insecto para transmitir la malaria con sus picaduras.
De hecho, explicó el investigador del departamento de Bioingeniería de la UC3M y uno de los autores del estudio, Alfonso Mendoza Losana, “la identificación de una bacteria que impide el desarrollo de las fases del parásito que ocurren en los mosquitos sin afectar a los mismos proporciona un abordaje novedoso con muy pocas posibilidades de desarrollar resistencias, ya que no supone ningún detrimento para los mosquitos”.
Además, añadió al respecto de que se trata de “una bacteria no modificada genéticamente, lo cual permite una rápida introducción en el campo para poder frenar la malaria”.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que en 2022 se produjeron 249 millones de casos de malaria o paludismo en todo el mundo.
La enfermedad ha tenido que enfrentar varios retos actuales, por lo que se ha retrasado su control
Además de las perturbaciones causadas por la covid-19, la respuesta mundial a esta enfermedad se incrementó a un número creciente de amenazas, como la resistencia a los medicamentos y a los insecticidas, las crisis humanitarias, las limitaciones de recursos, los efectos del cambio climático y los retrasos en la ejecución de los programas, según la OMS.
Cada año mueren más de medio millón de personas a causa de la malaria, la mayoría niños menores de cinco años de edad. Aunque se desarrollaron algunas vacunas, su eficacia es limitada y todavía se encuentran en las primeras etapas de su implementación en África.
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