
Lectura fácil
La minería submarina de metales raros tiene consecuencias mucho más duraderas de lo que se pensaba. Así lo demuestra un nuevo estudio internacional que revela que el fondo marino, incluso después de más de cuatro décadas, aún no ha logrado recuperarse del todo tras una prueba de minería realizada en 1979. El hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Nature, fue realizado por un equipo de 28 investigadores de España, Reino Unido y Estados Unidos, entre ellos Erik Simón, del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona.
El estudio se centró en una zona del Pacífico norte donde se realizó un experimento de minería hace 44 años. A pesar del tiempo transcurrido, los científicos encontraron que la biodiversidad del lugar sigue siendo notablemente más baja en comparación con las áreas cercanas que no fueron perturbadas. Esto evidencia que el ecosistema marino de las profundidades puede requerir muchas décadas para recuperarse de los daños provocados por la intervención humana.
Una llanura abisal bajo amenaza por la minería submarina
El trabajo de campo se llevó a cabo entre 2023 y 2024 en la llamada Zona Clarion-Clipperton, una vasta región abisal del Pacífico ubicada entre México y Hawái. A unos 5.000 metros de profundidad, esta llanura oceánica alberga enormes cantidades de nódulos polimetálicos: formaciones minerales del tamaño de una papa que han tardado miles de años en formarse. Estos nódulos contienen metales como cobalto, manganeso y níquel, esenciales para la fabricación de baterías de vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos.
La investigación forma parte del proyecto Smartex (Minería de los Fondos Marinos y Resiliencia al Impacto Experimental), financiado por el Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural del Reino Unido. Su propósito es evaluar el impacto ecológico de la minería submarina de estos depósitos, así como estudiar la capacidad de los ecosistemas marinos profundos para recuperarse.
¿Qué riesgos implica extraer estos metales?
Los nódulos no solo representan una fuente de minerales valiosos, también cumplen funciones ecológicas fundamentales. Según Mark Hartl, biólogo marino y especialista en ecotoxicología de la Universidad Heriot-Watt, estos elementos podrían incluso estar involucrados en la producción de oxígeno en el lecho marino. Por eso, su extracción plantea interrogantes serios: ¿podría disminuir la cantidad de oxígeno disponible? ¿Qué efectos tendrán los sedimentos liberados durante la minería sobre los organismos marinos?
Hartl también ha desarrollado un método pionero para medir el daño potencial que esta actividad puede causar al ADN de los peces de aguas profundas, una herramienta que permite cuantificar los efectos biológicos menos evidentes de la minería submarina. El equipo continúa optimizando estas técnicas para detectar otras formas de estrés en estos hábitats extremos.
La cicatriz de 1979
La prueba de minería submarina realizada en 1979 utilizó una máquina de 14 metros que removió nódulos durante cuatro días. Cuatro décadas después, los científicos encontraron que el daño es aún visible: marcas profundas en el lecho marino, zonas completamente desprovistas de nódulos y una diversidad biológica reducida en comparación con áreas no intervenidas. Aunque algunos organismos han comenzado a regresar, la recuperación es parcial y lenta.
Daniel Jones, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, señala que “las huellas de la minería submarina lucen casi idénticas a las del momento en que se produjeron”. En particular, destaca una franja de ocho metros de ancho libre de nódulos y dos grandes surcos marcados por el paso del vehículo minero. Aunque se han detectado indicios de recuperación, como el regreso de ciertas especies, muchas poblaciones animales siguen disminuidas.
El futuro de los fondos marinos
Actualmente, la minería submarina o en aguas profundas está bajo moratoria a nivel internacional. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) se encuentra desarrollando el marco legal y ambiental necesario antes de permitir cualquier explotación comercial. Mientras tanto, estudios como este sirven como una advertencia clara: las acciones humanas en las profundidades del océano pueden tener efectos que duran más de una vida humana.
Los investigadores insisten en la importancia de proceder con extrema precaución antes de autorizar actividades de minería submarina en estos frágiles ecosistemas. La ciencia aún tiene mucho por descubrir sobre cómo funcionan y se regeneran estos hábitats, y las consecuencias de alterarlos podrían ser irreversibles.
Añadir nuevo comentario