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La mayor intensidad y duración de las olas de calor marinas se encuentra entre 50 y 250 metros de profundidad, lo que puede tener efectos directos sobre la flora y la fauna, y afecta a los recursos que se obtienen de los mares.
Esa es la principal conclusión de un estudio internacional realizado por ocho investigadores pertenecientes a instituciones de Australia, Bélgica, España, Noruega y Portugal, y publicado en la revista ‘Nature Climate Change’. Entre sus autores está Miguel B. Araújo, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).
La temperatura de los océanos ha alcanzado este año su nivel más alto desde que hay registros y se pronostica que la intensidad, duración y frecuencia de olas de calor marinas, es decir, picos en la temperatura del agua del mar que duran al menos cinco días, continúe aumentando a lo largo del siglo.
Las olas de calor, en aumento y a mayor profundidad
Hasta ahora, los impactos y las proyecciones de estos fenómenos se han centrado en las temperaturas de la superficie del mar. Sin embargo, observaciones localizadas sugieren que las olas de calor marinas pueden causar un calentamiento en las capas subsuperficiales que podría persistir hasta dos años después de que terminen los eventos en la superficie.
Esta aceleración del aumento de temperaturas oceánicas tiene consecuencias profundas en los sistemas geoquímicos y biológicos del planeta.
Los océanos son un sistema de soporte vital crítico y un amortiguador contra los efectos de la crisis climática, debido a estas importantes razones:
- Generan el 50 % del oxígeno del planeta.
- Absorben un 25 % de todas las emisiones de dióxido de carbono.
- Capturan el 90% del exceso de calor producido por esas emisiones.
Gracias a observaciones y reanálisis de temperatura del mar en el planeta, Eliza Fragkopoulou y Jorge Assis, del Centro de Ciencias del Mar de la Universidad de Algarve (Portugal), lideraron un estudio en el que calcularon la duración y la intensidad de las olas de calor marinas desde 1993 hasta 2019 a profundidades de hasta 2.000 metros.
“A pesar de que la intensidad disminuye a mayor profundidad, la duración de los eventos aumenta aproximadamente hasta el doble en comparación con la superficie”, remarca Fragkopoulou.
Los autores combinaron estos datos con la información sobre los rangos de especies marinas y sugieren que la biodiversidad subsuperficial podría estar en el mayor riesgo debido a la intensidad acumulativa (un indicador de estrés térmico) en los primeros 250 metros.
“Identificamos regiones oceánicas de alto riesgo a diferentes profundidades, incluyendo grandes partes de los océanos Índico y Atlántico Norte, donde la alta intensidad acumulativa de las olas de calor coincide con áreas de alta sensibilidad prevista de las especies al estrés térmico”, indica Assis.
Este investigador añade: “Lo que hemos descubierto es que, más allá de efectos fácilmente detectable en la superficie, como el aumento de las medusas en algunas regiones del mundo, estas olas de calor marinas tienen efectos más intensos en profundidades que van de los 50 a los 250 metros donde además su duración puede duplicarse”.
Estas temperaturas causan efecto en las especies y las interacciones con todo el medio marino
A los datos sobre el aumento de la temperatura hay que añadir otras variables que también influyen en las condiciones del océano, pero el efecto sobre la biodiversidad de estas profundidades es determinante, ya que tendrá consecuencias en las especies y las interacciones que forman los ecosistemas marinos.
Araújo subraya que “la situación es preocupante”. “Sin embargo, los datos de temperatura de las áreas profundas han de tomarse con cautela, sobre todo los anteriores a 2004, fecha en la que se comenzó a contar con un sistema de medición más fiable”, matiza.
“Posiblemente los cambios que hemos analizado provocarán una redistribución de las especies marinas, sobre todo en la zona que llega hasta los 250 metros de profundidad”, recalca Araújo, antes de concluir: “Las especies tienen otras barreras, como las zonas con escasez de oxígeno o aquellas en las que ya quedan muy pocas especies, que dificultarán esta redistribución. Lo que es evidente es que las olas de calor marinas tienen el potencial de cambiar los patrones de la biodiversidad global con consecuencias impredecibles”.
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