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Con la llegada de los primeros calores del verano, también llegan a nuestras fruterías de confianza una de las aliadas para sobrellevar el calor. La sandía y el melón se han caracterizado por ser frutas asequibles y deliciosas con las que poder refrescar el cuerpo cuando más pega el calor. Tentempié ideales para bajar a la playa, merienda refrescante e incluso para la alta cocina. Sin embargo, es posible que este año las veamos poco en nuestra mesa.
El año pasado más de uno se quedó con la boca abierta al comprobar el precio de la sandía y el melón, que llegaron a alcanzar la friolera de los 12 euros. Mucho se achacó a la inflación, pero lo cierto es que estas frutas tienen un enemigo mayor: la sequía. Junto a esta peligrosa amenaza también se le suma el encarecimiento de los precios de producción, la pérdida de cosechas o la competencia externa, que ha hecho que se reduzcan las tierras cultivadas.
La sandía y el melón podrían volver a precios de escándalo
Todos estos factores han hecho que la producción caiga un 20 % este año, según datos adelantados por el sector, para advertir que es muy probable que nos enfrentemos a otro verano con la sandía y el melón por las nubes. Una tendencia que continúa la estela que se inició el verano pasado, y que desde COAG, principales representantes del sector, aseguraron en declaraciones a la agencia EFE, que no se podría llegar a descartar el incremento de los precios e incluso el desabastecimiento puntual.
Los principales responsables de que este año puede que comamos menos sandía y melón que años anteriores se debe principalmente a dos factores: costes y condiciones climáticas. Aunque hayan quienes sigan negando el cambio climático, lo cierto es que este tiene un impacto real se crea en él o no. Las intensas sequías que llevamos unos cuantos veranos experimentando, no solo no se reducen, sino que se intensifican trayendo consigo mayores problemas.
La falta de agua para los cultivos, no solo de estas frutas, sino también de otros productos, desestabiliza la cadena productiva provocando escases de cosechas y que estas sean de peor calidad, con un mayor riesgo a que las plantas sufran plagas y se pierda parte de lo sembrado. Una situación que se suma al resto de dificultades de los productores, que cuentan con elevados precios de producción que ya no consiguen compensar.
Menos tierras, menos producción
Por otro lado, algo está ocurriendo con la superficie de cultivo de la sandía y el melón. Con el retraso en algunas campañas de cosecha de productos como el pepino o el tomate, los productores no pudieron aprovechar toda la tierra y esto supuso una reducción de un 20 % en la siembra.
Un descenso que se suma al de años anteriores haciéndolo cada vez más, según datos del Ministerio de Agricultura. Sin duda, son malas noticias para los amantes de la sandía y el melón y una llamada de atención para invertir más esfuerzos en frenar fenómenos como la sequía y el despilfarro de agua.
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