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El síndrome de Williams es una alteración genética que enfrenta problemas tan desafiantes como los que se encuentran las personas que tienen autismo.
Muchas veces las personas que lo conocen bien suelen decir de este síndrome que nos encontramos con el antónimo del propio autismo.
De forma general, las personas con esta condición tienen a querer y confiar en todo el mundo, no miden lo que está bien o mal, por lo que se convierten en personas altamente vulnerables.
Síndrome de Williams y exceso de oxitocina
El síndrome de Williams afecta a 1 de cada 7.500 bebés nacidos en España, tal y como esgrime en sus datos la Asociación Síndrome de Williams España.
Aquellas personas con dicho síndrome contienen un exceso de oxitocina, lo que se conoce como la hormona del amor, pero también poseen estas características:
- Rasgos distintivos, como apariencia elfina, con mejillas estrellas, orejas prominentes, pómulos protruyentes y narices antevertidas.
- Delección genética pequeña, en torno a 26 y 28 genes que faltan en el cromosoma 7.
- Puede existir discapacidad intelectual
- Defectos cardiácos
- Problemas gastrointestinales
- Problemas musculares
El síndrome de Williams se diagnosticó por vez primera en Nueva Zelanda, durante 1960, por John Williams, cardiólogo que le dio nombre y el que se percato de como muchos de sus pacientes contaban con la enfermedad cardíaca estenosis supravalvular aórtica, algo muy extraño menos en pacientes con dicho síndrome.
De momento se necesita mucha más investigación al respecto, pero identidades como el Instituto Salk centran su labor en acotar los genes que tienen que ver con cada síntoma del síndrome de Williams.
Lo que pensaban dichos investigadores en un inicio es que todos los síntomas y rasgos dependían de la acción conjunta de múltiples genes, por lo que todo paciente con dicho síndrome no le faltan los mismo genes del cromosoma, aunque si que se dé el caso en casi todos.
Durante su investigación dieron con una niña positiva en el síndrome de Williams, que contaba con síntomas y discapacidadeds mentales, así como problemas de salud y rasgos, pero no contaba con esa personalidad exponencialmente amistosa y extrovertida, por lo que se dieron cuenta que le faltaban todos los genes de dicha condición, menos uno que parecía relacionarse con la parte de la amistad.
De esta forma los científicos se percataron que la oxitocina, que es la que controla los comportamientos sociales o íntimos, en personas con esta condición existe en mayor dosis que en el resto, y que fluctúa libremente en el cerebro, por lo que se tiene esa característica de amar todo el rato.
Se trata de una alteración genética que no tiene cura, pero que se puede guiar, aún así, dicha condición cuenta con rasgos muy positivos a la hora de mirar el mundo dejando de lado la discriminación
Las personas con está alteración genética ven el mundo de una forma diferente, a lo mejor, demasiado confiada y relajada, pero detrás de los problemas que ocasiona a quienes la padecen, son una muestra de los mejores rasgos humanos.
Un estudio del 2010 demostró como las personas con esta alteración genética no tiene prejuicios raciales, mientras que desde los 3 años, otros grupos si que suelen mostrar una preferencia implícita por su propia raza, algo que nos acompaña desde todo el proceso evolutivo.
El síndrome de Williams nos deja ver en el mundo la bondad que muchas veces creemos oculta o inexistente, claro que como todo, tiene que ir en su cierta medida. Está claro que podemos ser más abiertos, no discriminar y no temer a ser vulnerables, pero todo en su cierta medida, por ello, las personas con esta condición necesitan de nuestra ayuda para que les ayudemos a encontrar las pautas y soluciones a dosificar ese amor que dan y poder darles una mejor calidad de vida.
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