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Lo cierto es que en estos últimos 3 años hemos oído hablar de forma más recurrente sobre la vitamina D. Pero, ¿Por qué? Principalmente porque tras la pandemia los niveles de esta vitamina en las personas, de manera generalizada, se han visto reducidas. Para comprender la relación debemos saber que esta vitamina no es como las demás por sus diversas características y complejidades.
Lo primero que debemos saber es que somos capaces de producirla por nosotros mismos gracias a la intervención de los rayos solares. Por eso, durante la pandemia y los largos meses de confinamiento en los que apenas salíamos a la calle para recibir luz solar, muchas personas desarrollaron una deficiencia a la vitamina D. Sin embargo, al no ser como el resto de vitaminas, no podemos suplementarla alegremente, ya que un exceso de la misma en nuestro organismo resulta tóxico y peligroso.
Así podemos evitar la deficiencia de vitamina D en nuestro organismo
La vitamina D cumple funciones esenciales en nuestro cuerpo, y además de diferente naturaleza. Aunque no lo creas, esta vitamina interviene en nuestro estado de ánimo, nuestra digestión e incluso en nuestra calidad de sueño. Por eso es importante mantener unos niveles adecuados de la misma en nuestro organismo. Para hacerlo la forma más sencilla es tomar el sol al menos durante 20 a 30 minutos al día, según los expertos.
Para lograr esto, es importante que realicemos alguna actividad al aire libre en las horas de sol o al menos que tengamos la posibilidad de recibir esta luz a través de ventanas. Aunque el astro rey nos da la vida, literalmente, también puede tener efectos negativos si lo tomamos de forma directa. Por eso es necesario utilizar protección solar y no exceder nuestro tiempo de exposición para evitar daños en la piel o de otro tipo. Lo mejor es exponer brazos o piernas para tomar nuestra vitamina D diaria.
También podemos buscarla en los alimentos
En el caso de que no exista la posibilidad de poder tomar vitamina D suficiente del sol, ya sea porque estemos en época de invierno y tengamos menos horas de sol, o porque trabajamos en lugares sin luz de día directa, podemos ayudarnos también a través de la alimentación. Podemos encontrar esta vitamina en alimentos como los pescados grasos; salmón, trucha, atún, etc., y también en las yemas de huevo, los hongos o los champiñones.
En el caso de estos últimos, podemos potenciar su aporte si los dejamos al sol, ya que los hongos funcionan como nosotros en su proceso de producción de esta vitamina.
Finalmente, si a pesar de intentar estos métodos o de no poder cumplirlos de forma adecuada, podemos regular nuestros niveles de vitamina D con ayuda de nuestro médico, ya que los suplementos de esta vitamina solo pueden ser recetados por un especialista y su consumo en forma de suplemento debe estar vigilado por un profesional.
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