La contaminación interior puede ser más peligrosa que la del exterior, especialmente en invierno. Estufas de gas, chimeneas, velas y humidificadores ultrasónicos liberan partículas tóxicas que afectan la salud respiratoria y cardiovascular.
Un estudio revela que la contaminación del aire afecta la función cognitiva a corto plazo, reduciendo la concentración y la capacidad de interpretar emociones.
La exposición a contaminantes atmosféricos como las partículas PM2,5 y PM10 se asocia con una mayor duración de síntomas de covid persistente, en parte debido a su impacto en la gravedad de la infección aguda.
El 96 % de las personas que viven en ciudades europeas están expuestas a niveles de partículas finas que superan los límites seguros establecidos por la Organización Mundial de la Salud.