La fatiga es un síntoma que persiste tras superar el COVID-19

EmailFacebookTwitterLinkedinPinterest
14/11/2020 - 10:00
La molesta fatiga que se queda tras el COVID-19

Lectura fácil

La fatiga que algunas personas padecen tras superar el coronavirus, se conoce como sintomatología persistente. Se trata de una prolongación de varios meses que mantiene una intensidad que condiciona la vida diaria de los pacientes.

Los expertos señalan que ya existía evidencia de que ciertos virus y bacterias podían originar sintomatología persistente en el ser humano. De hecho, otros coronavirus responsables de los brotes que en otras regiones del mundo dieron lugar a esto.

Según el estudio realizado por el Trinity College de Dublín, publicado en la revista PLOS ONE, más de la mitad de personas contagiadas por COVID-19 presentan este síntoma 10 semanas después de superar la enfermedad.

De momento, las consecuencias de la presencia de dicha respuesta persistente tras superar la enfermedad siguen siendo estudiadas y analizadas, y existe una preocupación de que el virus pueda dar lugar a un síndrome de fatiga postviral.

La fatiga postviral, así se conoce a este síntoma que persiste tras superar el coronavirus

El SARS-CoV de Asia en 2003 y el MERS-CoV de Arabia Saudita en 2012, presentaron sintomatología persistente en personas que superaron la enfermedad.

Además, el virus Epstein-Barr o el del influenza virus H1N1, demostraron también capacidad para generar este tipo de sintomatología.

Cabe destacar, que en todos estos casos, la fatiga es el síntoma que más resiste a la remisión, por ello ya se ha etiquetado de forma diagnóstica como fatiga postviral.

Las personas que la padecen dicen experimentar un cansancio generalizado, necesidad de reposo y dificultades para mantenerse en pie por tiempo prolongado.

También se han registrado casos que llegan a mostrar imposibilidad para desarrollar actividades diarias. El caso es que esto queda bajo las dificultades de diagnóstico y evaluación por el profundo componente subjetivo que contiene.

Respecto al SARS-CoV-2 hay un 87 % de los pacientes que mantiene un síntoma de la enfermedad dos meses después de la detección del primero.

Por otro lado, se han dado ya casos de estudios que comparan esto con la encefalomielitis miálgica, una enfermedad muy discapacitante y poco comprendida.

Pero las informaciones al respecto siguen escaseando, lo que si está claro que la sintomatología persistente se mostró tanto en un cuadro leve como en procesos agudos del COVID-19.

Primeras hipótesis de la fatiga postviral

Los especialistas relacionan la persistencia de la fatiga con las respuestas inflamatorias e inmunológicas que suceden de forma natural durante los procesos infecciosos.

Pues estos, de manera ocasional, llegan a descontrolarse y acaban derivando en una peligrosa tormenta de citoquinas.

Este mecanismo propio del COVID-19 llama la atención de los expertos, pues la capacidad que tiene el virus de atravesar la barrera hematoencefálica y algunos factores genéticos mediadores pueden dar respuesta a la aparición de síntomas neurológicos de larga duración.

También hay investigaciones que dicen que hay factores como los problemas psicológicos secundarios (depresión, ansiedad, etc) que podrían tener algo que ver con el exacerbamiento de la experiencia subjetiva de fatiga, y que acompañarían a este síntoma mientras dure.

Añadir nuevo comentario