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Alimentarse es básico, pero no vale cualquier tipo de alimentación. Cada vez estamos más interesados en materia de alimentación saludable, con el avance de las investigaciones y la sensibilización de la sociedad de forma general, nos preocupamos más por aquello que comemos y cómo lo hacemos. No nos alimentamos de la misma forma en la que lo hacían nuestros padres y abuelos, mucho menos en épocas aún más antiguas.
La industrialización y la busque de nuevos productos, hacen que muchas veces nos encontremos en los supermercados una gran cantidad de alimentación que no es saludable, y que muchas veces se nos vende como tal. No es la primera vez que se habla sobre la necesidad de un etiquetado adecuado, que no lleve a confusión y que nos ayude a elegir mejor la comida que se amolda más a las necesidades de cada uno. Conocemos también el riesgo de los ultra procesados y de las famosas grasas trans. Pero ¿y que pasa con aquellos alimentos que se han considerado tradicionalmente como sanos?
La trampa de lo tradicionalmente 'saludable'
De la misma forma que no comemos de la misma forma que nuestros padres o abuelos, los alimentos tampoco se preparan ya de la misma manera y en muchas ocasiones, tanto por motivos de envasado, conservación o reformulación de la receta del producto procesado, puede haber cambios en estos de los que ni si quiera seamos conscientes. Este es el ejemplo del jamón cocido. Todos estamos familiarizados con los beneficios para nuestra salud que tiene este producto.
Normalmente se podría pensar que es un alimento saludable al estar simplemente cocido y no frito o demasiado procesado. Sin embargo, no todos los jamones son iguales. Aunque en el paquete ponga que es jamón cocido, lo cierto es que existen muchos de estos productos que llevan más elementos que simplemente carne de cerdo, incluso más allá de los conservantes. Muchas veces, estos jamones a penas tienen un 40 o 60 % de carne de cerdo y el resto son almidones o aditivos. Es muy importante comprobar en el etiquetado que lo que estamos comprando tiene un elevado porcentaje de carne y no de otras sustancias.
Más allá de elegir bien
Si ya nos fijamos en las etiquetas, si ya somos conscientes de los conservantes, porque no todos son malos, y sabemos elegir mejor, también es necesario que nuestra dieta sea saludable para potenciar los beneficios de nuestros alimentos. Existe toda una carrera dedicada a mejorar nuestro sistema de alimentación. Se conoce que algunas proteínas y carbohidratos funcionan mejor al comerse juntas, como las lentejas y el arroz, o cuales deberían de evitarse mezclar como el pan blanco y el jamón cocido.
El pan siempre es el objeto de disputa. Nos gusta mucho incluirlo en nuestra dieta, pero lo cierto es que le ocurre algo muy similar al jamón cocido. No todos los panes son iguales. Concretamente, el pan en molde blanco, es uno de los menos recomendables, ya que suele tener un exceso de azúcar, harinas refinadas y pocos nutrientes. El sándwich mixto es el ejemplo perfecto de cómo un producto saludable como un jamón cocido adecuado, deja de serlo por combinarlo con otros productos menos sanos como el pan blanco o un queso con exceso de grasa.
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