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Que planifiquemos nuestra jubilación es muy importante en los tiempos que corren, donde la esperanza de vida es cada vez mayor y los trabajadores que soportan las pensiones con sus cotizaciones son cada vez menos. Por ello, empezar a ahorrar para mantener el mismo nivel de vida tras la jubilación se hace interesante.
¿Has empezado a ahorrar pensando en tu jubilación?
No cabe duda que que tenemos que ser previsores y comenzar a ahorrar progresivamente a lo largo de muchos años con cantidades no demasiado elevadas que nos permitirá que disfrutemos en el futuro de un complemento a nuestra pensión. Aunque hay que reconocer que es difícil comenzar a ahorrar cuando se es joven aún.
No obstante, si hacemos números y miramos con perspectiva, ser previsor nos puede suponer una importante ventaja en el bolsillo respecto a aquellos que comienzan a ahorrar mucho después. Todo ello se debe a lo que se conoce como interés compuesto, es decir, aquel que permite que los ahorros crezcan año tras año.
Un colchón financiero que nos permita complementar la pensión
Ahorrar poco a poco durante muchos años nos hará tener en nuestro haber un colchón financiero que nos permitirá en el futuro complementar nuestra pensión. Debemos evitar dejar el dinero en una cuenta corriente, ya que, probablemente, pierda valor con el paso de los años. Esto se debe, en primer lugar, a que en muchas ocasiones el banco cobrará comisiones al cliente por el mantenimiento de la cuenta.
Sin embargo, las comisiones no son el peor enemigo de los ahorros, ya que se pueden ver mes a mes. Según los economistas, el peor enemigo del ahorro es la inflación, un índice que pasa inadvertido para el bolsillo día a día pero que puede tener un efecto negativo en el ahorro a medio y largo plazo, ya que a medida que se produce una subida generalizada de precios, el ahorro en la cuenta bancaria pierde valor.
Para evitar esta pérdida de valor la alternativa pasa por recurrir a la inversión. A través de esta se aplicará el interés compuesto, que son los intereses que se generan sobre los intereses de la inversión. Es decir, a medida que se invierte se obtiene una rentabilidad. Si se vuelven a reinvertir la rentabilidad y el ahorro constantemente, los intereses crecerán de manera exponencial. Por este motivo, cuanto antes se empiece, mayores serán los intereses generados y, por tanto, menor será el esfuerzo económico.
Cuanto antes comiences a aportar a tu plan, mejor
Para que nos hagamos una idea. Por ejemplo, si empezamos a invertir 100 euros todos los meses desde los 30 años, cuando llegue el momento de nuestra jubilación, a los 67 años, podríamos tener casi 130.000 euros, de los que unos 65.000 euros serían rentabilidad de la inversión, si hubiéramos invertido con un plan de pensiones con un perfil con poco riesgo (rentabilidad anual media del 3,8 %).
Sin embargo, si hubiéramos invertido con un perfil más arriesgado, el ahorro podría llegar a más de 267.000 euros (rentabilidad media anual del 7,2 %). De estos, alrededor de 200.000 euros serían intereses generados con la inversión, según los cálculos de la herramienta de inversión para la jubilación de Finect.
También podemos empezar a invertir a las 50 años, ¿por qué no?
Aunque no será lo más rentable, podemos empezar a invertir con 50 años unos 300 euros al mes, por ejemplo. Con este nivel de ahorro podremos alcanzar los 100.000 euros cuando llegue el momento de la jubilación, si se invierte en los mismos planes de pensiones que la persona del ejemplo anterior y con el mismo perfil del riesgo (conservador).
De esos 100.000 euros, unos 27.000 euros serían la rentabilidad de la inversión realizada. Aunque, si queremos correr algo más de riesgo, los horror podrían llegar a los 135.000 euros si lográsemos una rentabilidad media anual del 7,2 %. De ellos, unos 62.000 euros serían los intereses generados con las aportaciones al plan.
En resumidas cuentas, tanto si adoptamos un perfil con menor riesgo como eligiendo uno con un mayor riesgo la diferencia será importante para nuestra economía, ya que empezar a invertir y ahorrar cuanto antes no solo minimizará el esfuerzo económico mensual, sino que también nos generará más rentabilidad de cara al momento en el que ya no estemos trabajando.
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