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Investigadores de la Universidad de Reading, el University College de Londres y la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins han llevado a cabo un estudio innovador sobre la relación entre el tamaño corporal y la incidencia del cáncer en diversas especies.
Los hallazgos, publicados en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, desafían la conocida ‘paradoja de Peto’, que sugería que no había correlación entre el tamaño de un animal y su riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Mayor tamaño del animal, mayor riesgo de padecer cáncer
El análisis de datos de 263 especies pertenecientes a anfibios, aves, mamíferos y reptiles reveló que los animales más grandes tienden a desarrollar tasas de cáncer más elevadas. Elefantes, jirafas y pitones, por ejemplo, mostraron una mayor prevalencia de tumores en comparación con especies pequeñas como ratones, murciélagos y ranas. Esto se debe a que los organismos de mayor tamaño poseen un mayor número de células, lo que incrementa las posibilidades de mutaciones que pueden desencadenar la enfermedad.
A pesar del mayor riesgo, ciertas especies han desarrollado mecanismos biológicos avanzados para prevenir la enfermedad. Un ejemplo notable es el elefante, que a lo largo de su evolución ha desarrollado defensas celulares eficaces para controlar el crecimiento descontrolado de células. Curiosamente, su riesgo de padecerla es comparable al de un tigre, un animal considerablemente más pequeño.
Chris Venditti, de la Universidad de Reading, destaca la ironía en la percepción popular: “Todo el mundo conoce el mito de que los elefantes tienen miedo a los ratones, pero cuando se trata del riesgo de cáncer, los ratones son los que tienen menos que temer”.
Datos amplios y metodología precisa
El estudio se basó en la base de datos más extensa hasta la fecha, recopilando información de autopsias veterinarias de 31 especies de anfibios, 79 de aves, 90 de mamíferos y 63 de reptiles. Se utilizaron modelos estadísticos avanzados para analizar la relación entre la incidencia del cáncer y el tamaño corporal en diferentes especies, teniendo en cuenta sus patrones de crecimiento.
Aunque la tendencia general indica que los animales más grandes desarrollan más cáncer, se identificaron excepciones notables. El periquito común (Melopsittacus undulatus) presenta tasas de la enfermedad 40 veces superiores a lo esperado para su pequeño tamaño. En contraste, la rata topo desnuda (Heterocephalus glaber) muestra una resistencia excepcional, con una prevalencia casi nula de la enfermedad.
Implicaciones para la medicina
Comprender cómo ciertas especies han desarrollado defensas contra el cáncer podría inspirar nuevas estrategias para el tratamiento y prevención de la enfermedad en humanos. Si bien la medicina moderna influye en la incidencia de la enfermedad en nuestra especie, el estudio subraya la importancia de investigar los mecanismos biológicos de defensa desarrollados por la evolución.
Según Joanna Baker, de la Universidad de Reading, “Los elefantes no deberían temer a su tamaño: han desarrollado herramientas biológicas sofisticadas para mantener la enfermedad bajo control. Es un hermoso ejemplo de cómo la evolución encuentra soluciones a desafíos complejos”.
El estudio abre nuevas vías de investigación y sugiere que el análisis en diversas especies podría proporcionar pistas clave para combatir la enfermedad en humanos.
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