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Unicef alertó esta semana que un niño muere en Yemen cada diez segundos por causas evitables, como la desnutrición y enfermedades que se pueden combatir con vacunas.
Según la información publicada por Servimedia, Unicef lanzó esta alerta a través de unas declaraciones de su directora ejecutiva, Henrietta Fore, quien expuso que actualmente en Yemen hay alrededor de 21 millones de personas, entre ellas 11,3 millones de niños, que necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir.
Las condiciones de vida de los niños de Yemen son terribles
Los niños de Yemen viven entre violencia, pobreza y problemas de salud; peligros de muerte que forman parte de su día a día. A su vez, unos 2,3 millones de menores sufren desnutrición aguda y cerca de 400.000 menores de cinco años con desnutrición aguda grave corren riesgo inminente de muerte, mientras que más de 10 millones de jóvenes y cerca de cinco millones de mujeres no pueden acceder adecuadamente a los servicios sanitarios.
De la misma forma, la salud de los niños se ve afectada por el escaso acceso a agua potable. La falta de higiene e hidratación provoca en gran medida que las epidemias se propaguen y agrava las enfermedades que antes eran benignas.
En el país más pobre del Oriente Próximo, casi uno de cada dos habitantes vive bajo el umbral de la pobreza. Las condiciones de vida pueden variar según la región en la que residen. Por ejemplo, en las zonas rurales hay siempre mayor discriminación que en las zonas urbanas. En todo caso, los niños son los más vulnerables frente a la pobreza. Su salud, su bienestar e incluso su supervivencia corren un grave peligro.
“Hace más de seis años, los adultos iniciaron una guerra en Yemen. Lo hicieron a pesar de conocer el daño terrible que un conflicto violento provoca en los niños y niñas”, manifestó Henrietta Fore.
El conflicto en Yemen, ahora en su séptimo año, ha provocado la mayor crisis humanitaria del mundo
Cada día, la violencia y la destrucción causan estragos en las vidas de los niños, niñas y sus familias, algo que se hace más que evidente en el hecho de que este año hayan aumentado los desplazamientos hasta el punto de ya hay 1,6 millones de menores desplazados dentro del país debido a la violencia, sobre todo en torno a Hudaydah y Marib.
Los servicios básicos -atención médica, saneamiento y educación- son increíblemente frágiles y están al borde del colapso total.
Al mismo tiempo, la economía yemení se encuentra en una situación espantosamente mala, con una caída del 40 % de su PIB desde 2015, lo que consecuentemente ha provocado la pérdida de puestos de trabajo y el desplome de los ingresos familiares, mientras que la cuarta parte de la población dependen de sus sueldos como funcionarios, que se pagan erráticamente, si es que se pagan.
Por otro lado, la guerra ha incidido gravemente sobre la educación de los niños
Dos millones de ellos no van al colegio y que una de cada seis escuelas esté inutilizada. Del mismo modo, dos tercios de los profesores, más de 170.000, llevan más de cuatro años sin percibir un sueldo de manera regular, lo que deja a otros cuatro millones de jóvenes en riesgo de interrumpir o abandonar sus estudios, ya que los maestros, al no recibir sus retribuciones, dejan de enseñar y buscan otras fórmulas para mantener a sus familias.
Tras dibujar este panorama desolador, Henrietta Fore aseveró que “ser niño en Yemen es algo de pesadillas”, por lo que reiteró el compromiso de Unicef para ayudarles a “superar este calvario” proporcionando acceso a agua potable y saneamiento, servicios de salud, nutrición, protección y educación.
Por último, dejó claro que el futuro de los menores yemeníes pasa porque haya una “paz integral y duradera”, para lo cual las partes en conflicto han de trabajar para alcanzar una “solución política negociada, que priorice y defienda los derechos de los niños y niñas”.
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