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La Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA) han dado un paso significativo en la lucha contra el cambio climático al confiar en la empresa OHB System AG para el desarrollo de un tercer satélite que se unirá a la misión Copernicus de monitoreo de dióxido de carbono antropogénico. Esta nueva incorporación fortalecerá la capacidad de medición y permitirá un análisis más rápido y preciso de las emisiones generadas por actividades humanas.
¿Por qué es importante este tercer satélite?
El anuncio de la adición de este tercer satélite tuvo lugar durante la 17ª Conferencia Espacial en Bruselas. En este evento, Simonetta Cheli, directora de Programas de Observación de la Tierra de la ESA, destacó la importancia de esta misión en el actual contexto de crisis climática. Según Cheli, la misión Copernicus de Monitoreo de Dióxido de Carbono Antropogénico (CO2M) representa una prioridad fundamental para la Comisión Europea, ya que se trata de una de las iniciativas más relevantes en desarrollo dentro del ámbito de la observación terrestre.
Uno de los principales retos que enfrenta la misión CO2M es la diferenciación entre las emisiones de gases de efecto invernadero de origen natural y aquellas derivadas de la actividad humana. Debido a que estas últimas representan solo una fracción del total presente en la atmósfera, es imprescindible contar con mediciones extremadamente precisas para garantizar datos confiables. Esto permitirá a los gobiernos evaluar con mayor exactitud sus avances en el cumplimiento de los compromisos climáticos.
El refuerzo de la misión con un tercer satélite reducirá considerablemente el tiempo necesario para completar la cobertura global. Con esta adición, el periodo requerido para medir las emisiones en todo el planeta será de 3,5 días, en contraste con los cinco días que habrían sido necesarios con solo dos satélites, según explicó Cheli.
Desde OHB System AG, Ian Bennett, director de Sistemas de Observación de la Tierra, expresó su entusiasmo por la responsabilidad de construir este nuevo satélite. Bennett calificó la misión como una iniciativa de gran trascendencia tanto para el planeta como para la humanidad en su conjunto.
Cada uno de los tres satélites que conforman la misión CO2M estará equipado con un espectrómetro de infrarrojo cercano y de infrarrojo de onda corta. Estos instrumentos serán esenciales para medir las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera con una resolución espacial mejorada. Los datos recopilados alimentarán la nueva Capacidad de Apoyo a la Vigilancia y Verificación del CO2M, un sistema desarrollado por el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio en el marco del Servicio de Vigilancia Atmosférica Copernicus de la Unión Europea.
La importancia del monitoreo satelital en las políticas climáticas
Esta innovadora herramienta combina información de satélite con modelos informáticos avanzados, lo que facilitará la identificación precisa de las emisiones causadas por el ser humano. Con el tiempo, contribuirá a reducir la incertidumbre en las estimaciones de dióxido de carbono derivadas del uso de combustibles fósiles a nivel local, nacional y regional.
Además, la información obtenida por el nuevo satélite será crucial para que la Unión Europea evalúe la efectividad de sus políticas climáticas y haga un seguimiento detallado de los avances en la descarbonización del continente, asegurando así el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones establecidos a nivel nacional e internacional.
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