Lectura fácil
Con la pandemia de coronavirus, en las personas vulnerables se incrementa la situación de aislamiento. Si bien es cierto que la mascarilla, dentro de las medidas de seguridad e higiene es la que más protege del COVID-19 junto con el lavado de manos frecuente, encontramos que para las personas sordas y aquellas que leen los labios, este cambio rápido y urgente ha supuesto un gran menoscabo para su vida diaria en el acceso a la información y correcta comunicación.
En este caso, la buena acción de la semana es para los trabajadores de la compañía Iberdrola, que han confeccionado protectores especiales para la comunidad de personas sordas de Madrid. De este modo, la compañía eléctrica hizo entrega de 1.000 mascarillas, fabricadas por voluntarios y familiares, adaptadas a este colectivo.
Este material de protección y seguridad ante la pandemia por coronavirus, está realizado por trabajadores voluntarios de Iberdrola, que han colaborado de forma altruista y desde sus casas. Con esta colaboración, la Asociación de personas sordas de Madrid recibe la primera partida de material, y en las próximas semanas se entregarán 4.000 a otras asociaciones
Pensando en los demás
El detalle que distingue a estas mascarillas de protección es un soporte transparente añadido en el centro de la mascarilla, que permite realizar la lectura de labios y facilita la comunicación personal.
Gracias a esta medida, 600 personas adscritas a esta asociación madrileña ven facilitada su comunicación con el entorno, tras la obligación de utilizar esta medida de protección individual en el conjunto de la sociedad. Una medida urgente que no tuvo en cuenta el perfil o necesidades de un porcentaje de población en España.
Los voluntarios de Iberdrola
La compañía pone en marcha esta acción con el apoyo de la Fundación para el Fomento del Desarrollo y la Integración (FDI) a la que, hasta el momento, se han adherido 200 voluntarios de la compañía. Con la activación de este proyecto y el apoyo de las personas voluntarias, los empleados reciben en sus domicilios el material y las instrucciones para la confección de las mascarillas y, una vez elaboradas, se reparten entre la población sorda a través de distintas federaciones.
Desde que se decretó el estado de alarma, provocado por la pandemia del coronavirus, Iberdrola ha movilizado a más de 1.000 empleados en iniciativas de voluntariado en España.
Con el nombre de campaña: Voluntarios frente a la COVID, este colectivo de manera altruista y desde sus casas están colaborando en más de 30 proyectos con 19 entidades sociales, beneficiando a más 12.000 personas vulnerables.
Otras ubicaciones y entidades que recibirán las mascarillas adaptadas
La acción solidaria se inicia en Madrid y se desarrollará también en otras asociaciones de personas sordas ubicadas en: Valladolid, Valencia, Sevilla y A Coruña, hasta complementar la aportación prevista de 5.000 mascarillas.
Carencias de las plataformas educativas
Un grupo de niñas y jóvenes con discapacidad denunció las dificultades añadidas que ha sufrido esta parte del alumnado en el acceso a la educación durante la pandemia de COVID-19, a consecuencia de “la falta de apoyos” y “las carencias en materia de accesibilidad” de las plataformas telemáticas de enseñanza.
Así se puso de manifiesto durante el octavo webinario del ciclo ‘No estás sola’, una iniciativa con la que la Fundación Cermi Mujeres (FCM) analiza cada miércoles de manera telemática un asunto concreto relacionado con la pandemia de coronavirus y con la que impulsa el acompañamiento y participación de las mujeres con discapacidad y las madres y cuidadoras en primera persona.
Durante el encuentro, conducido por la vicepresidenta ejecutiva de la FCM, Ana Peláez, la representante del Cermi Estatal en el Consejo Escolar del Estado, Mariluz Sanz, cargó contra “los muchos fallos” que tiene el sistema educativo español, “aunque se nos diga que es muy bueno”.
También se escucharon testimonios de universitarias con discapacidad como el de la peruana Abigail Terán, estudiante de Filosofía, y el de Inés Martínez, joven sorda estudiante de Medicina, quien explicó que las clases online “han sido duras” para ella por la falta de subtitulado de las sesiones o por la dificultad añadida al leer los labios del profesor, “y eso si ponen la cámara, porque a veces ni es posible”.
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