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La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) ha lanzado una nueva evaluación crítica sobre el estado actual de las políticas de prevención de residuos en la Unión Europea, con especial énfasis en el desperdicio alimentario.
El informe, titulado “Prevención del desperdicio alimentario en Europa – Progreso y desafíos”, revela que a pesar del número creciente de iniciativas y campañas, los avances concretos aún son limitados.
Cifras que alarman del desperdicio alimentario: Un problema de gran escala
Durante el año 2022, los países de la Unión Europea generaron 59 millones de toneladas de residuos alimentarios. Esta cifra se traduce en 132 kilos de comida desperdiciada por cada ciudadano.
Más allá del desperdicio alimentario directo, esto genera un impacto ambiental desproporcionado: los alimentos desechados representan el 16 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del sistema alimentario europeo.
A nivel económico, las pérdidas ascienden a unos 132.000 millones de euros anuales, según la Comisión Europea.
Recursos naturales malgastados
El problema va mucho más allá del contenido de los cubos de basura. El desperdicio alimentario significa también desaprovechar los recursos naturales utilizados en su producción: suelo fértil, agua dulce, energía y biodiversidad. La agricultura intensiva, que responde a una lógica de sobreproducción, es una de las principales responsables de la pérdida de biodiversidad en Europa. Cuando los productos agrícolas no llegan a ser consumidos, este impacto ambiental resulta aún más injustificable.
A ello se suma el uso excesivo de fertilizantes, pesticidas y energía, elementos que no solo aumentan la presión sobre los ecosistemas, sino que también plantean riesgos para la salud pública. La EEA subraya que es urgente actuar en toda la cadena alimentaria: desde la producción agrícola hasta el consumo en los hogares.
De las campañas a la acción estructural
Aunque la sensibilización pública ha sido un primer paso importante, los instrumentos legales y los incentivos económicos aún no se aplican con la intensidad necesaria. El informe pone de relieve la falta de una evaluación sistemática de las medidas actuales y llama a integrarlas mejor con las políticas climáticas y de conservación de la biodiversidad.
Para afrontar el problema con mayor seriedad, la Unión Europea trabaja en establecer objetivos jurídicamente vinculantes para 2030. Entre ellos, se plantea una reducción del 10 % del desperdicio alimentario durante el procesamiento y la fabricación, y una disminución del 30 % per cápita en el ámbito minorista y doméstico.
La EEA también destaca la importancia de seguir la jerarquía del uso de alimentos: antes de considerar el reciclaje, se deben priorizar opciones como la donación de excedentes comestibles o su conversión en alimento para animales. Estas prácticas permiten un aprovechamiento más eficiente de los recursos disponibles y disminuyen la presión sobre el medio ambiente.
La prevención como pilar de la economía circular
La Directiva Marco de Residuos de la UE coloca la prevención en el centro de su estrategia hacia una economía circular. Esta orientación no solo busca reducir la cantidad de residuos generados, sino también avanzar hacia un sistema alimentario más resiliente, menos dependiente del exterior y con menor huella de carbono.
No obstante, el informe advierte que muchos de los avances observados en algunos sectores no se deben a políticas activas de prevención, sino a factores coyunturales como la pandemia o la bajada en el uso de combustibles fósiles. En otras áreas, como la gestión del agua y de residuos, la generación de desechos sigue siendo elevada.
Un llamado urgente a redoblar esfuerzos
La EEA concluye su informe con un mensaje claro: los Estados miembros deben intensificar su compromiso contra el desperdicio alimentario y el cuidado del planeta. Hace falta una visión más ambiciosa, basada en datos sólidos, que permita desarrollar políticas transformadoras. Solo así será posible desacoplar el crecimiento económico de la generación de residuos y avanzar hacia un modelo alimentario europeo más justo, eficiente y sostenible.
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